El tesoro de Sierra Madre, B. Traven, p. 138
¿Quién podia garantizar la
honestidad de los empleados subalternos y del jefe de policía del poblado
cercano, del presidente municipal del municipio
próximo, del jefe de la guarnición de la plaza? ¿Quién se atrevería a responder
por ellos?
Al registrar los derechos ante
las autoridades. habría necesidad de denunciar la localización exacta de la mina. Aquellos tres hombres
significaban poco y aun el embajador norteamericano
difícilmente habria podido protegerlos.
Con frecuencia ocurría en ese país que los jefes de policía, alcaldes, diputados y hasta generales se veian
complicados en secuestros y hasta ejercían el bandidaje abiertamente. El gobierno,
tanto el local como el federal podía confiscar en cualquier momento no sólo el
terreno, sino hasta la última onza de oro extraída con tanta penuria y trabajo.
Mientras los hombres se hallaran trabajando, estarían bien guardados, pero cuando recogieran
el fruto de: su esfuerzo para retirarse se encontrarian con una partida de
bandidos que los desvalijaban por orden de alguno de los individuos a quienes
la nación paga por librar a sus ciudadanos del bandidaje. Cosas como ésta
ocurren también en el país del Norte. ¿Por qué no habrían de ocurrir aqui? La
misma influencia, el mismo espíritu dominan la atmósfera del continente.
En la imagen el film de JohnHouston
1 comentario:
Si me permites, me quedo con esta otra cita:
- (...) El oro y la plata no traen consigo bendiciones. ¿Las traen para ustedes? Ustedes, los blancos, matan, roban, engañan y traicionan por él. Se odian entre sí a causa del oro. Jamás podrán comprar amor con él. Sólo les acarreará discordia y envidia. Ustedes, los blancos, suelen estropear la belleza de la vida en su deseo de poseerlo.
(página 220 de la edición de Acantilado de 2009)
Saludos.
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