En el momento más importante,
mientras se prepara para meterse en la cama del apartamento que han decidido compartir
en el séptimo piso del nuevo y elegante edificio de cristal y hormigón
Greenwood Towers, tras un año, o había sido más, de pasión, indecisión,
especulación, duda y más cosas -muchas más: las complejidades del amor
romántico resisten toda transcripción-, en este momento, el más delicado e
íntimo de todos los momentos, Molly Marks se encuentra, para su desesperación,
en el aprieto de haber sorprendido a su amante Jonathan McEwan en una mentira.
Una no verdad, se podría decir;
aunque quizá se trate de algo inocente o, en cualquier caso, involuntario, Jonathan
ha permitido que Molly creyera que era hijo único -el único hijo de unos padres
jubilados y algo· solitarios- cuando en realidad tiene un hermano: un hermano
gemelo.
-Un hermano gemelo idéntico –dice
Jonathan de mala gana y en tono de disculpa.
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