De El Mundo deslumbrante de S Hustvedt, p 277
Yo pensaba que podían ayudarle.
Harry pensaba que no. Antes de despedirnos, Harry volvió a sacar el tema de
Felix, esta vez su vida amorosa o, mejor dicho, la vida amorosa de Felix en la
que ella no estaba incluida. La bisexualidad de Felix era algo público a esas
alturas. El libro Los días de la Galería Félix Lord, que llevaba apenas unos
meses publicado (en el que, me alegra decir, su autor, James Moore, trata la
obra de Harry con gran seriedad y respeto), aborda el tema abiertamente. Varios
de sus amantes salieron del anonimato para hablar de él, así que, por más
secretas que hubieran sido sus aventuras mientras estuvo vivo, ya habían dejado
de serlo. Es justo decir, sin embargo, que la vida sexual de Felix continúa siendo
un misterio ya que nunca llegará a conocerse realmente la verdad de la
historia. Si hay algo que he llegado a desarrollar tras muchos años de trabajo
es una enorme comprensión ante las variaciones del deseo humano. Sin duda, la
excitación sexual no es algo que podamos controlar, aunque sí podemos actuar en
consecuencia. Y la idea de que vivimos en una época de libertad sexual es una
verdad a medias. Yo he tenido muchos pacientes que han enfermado debido a la
vergüenza y al suplicio que les han provocado sus pensamientos sexuales. Y
puede llevar mucho tiempo descubrir los impulsos que subyacen en una fantasía
concreta, si el deseo va dirigido a los chicos o a las chicas, a los hombres o
a las mujeres mayores, a los delgados o a los obesos, si busca la ternura o la
crueldad, o si va acompañado de rodo tipo de parafernalia, habitual o
idiosincrásica. ¿Acaso en nuestra cultura no es anatema expresar el más mínimo
resquicio de compasión por el hombre que muestra inclinaciones pedófllas o
reconocer la simple evidencia de que existen encuentros sexuales entre adultos
y niños que no dejan en estos últimos ninguna marca de por vida?
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