De El Mundo deslumbrante de Siri Hustvedt, p 270-271
Piensen en las historias que empezaron
a circular tras el 11 de septiembre. Que si en el ataque a las Torres Gemelas
no había muerto ningún judío y que si el gobierno de Estados Unidos había
organizado aquella atrocidad. Tal disparare contó con firmes defensores al
igual que, por supuesto, la gran mentira de la administración Bush que asoció
la matanza con lrak. Es fácil afirmar que aquellos que se dejan arrastrar por
cales creencias son unos ignorantes, pero las creencias constituyen una rara
mezcla de sugestión, imitación, deseo y proyección. A todos nos gusta pensar
que somos resistentes a las palabras y acciones de los demás. Creemos que no
hacemos nuestras las fantasías de los otros, pero estamos equivocados. En algunas
creencias es tan obvio que lo que defienden es un disparate (las proclamas de
la Sociedad de la Tierra Plana, por ejemplo) que a la mayoría de nosotros nos
resulta muy fácil rechazarlas. Pero hay otras que residen en territorios
ambiguos, donde lo personal y lo interpersonal no pueden distinguirse con tanta
facilidad.
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