De Pan, educación, libertad de Petros Márkaris, p. 31
-Mamá, (hablas en serio?
(Montarás un comedor social aquí cada noche?
-(Acaso te molesta? Al mediodía,
Fanis come en el hospital Tu padre pica cualquier cosa en comisaría. Tú pasas
con un bocadillo, y yo, con pan con queso y un té. Por las noches cenaremos juntos mientras dura este castigo
divino.
-Tu madre tiene razón -dice Fanis
a Katerina-. Yo estoy de acuerdo, pero con una condición .
-¿Qué condición? -quiero saber.
-Que compartamos los gastos
-contesta Fanis-. Una semana pagáis vosotros y la siguiente pagamos nosotros.
-Durante un tiempo, no hará falta
que pague nadie –anuncia Adrianí-. Después ya veremos.
-¿Te has liado con el encargado
del súper y te da la comidagratis? -bromeo.
-No. Tengo unos doscientos euros
apartados.
-(De dónde los has sacado?
-pregunto sorprendido.
-De ningún sitio. Los he
ahorrado. Hace meses que pienso que en cualquier momento dejarán de pagarte.
Así que, cada vez que iba a la compra, apartaba algunas monedas. Tres euros unas
veces, otras, cinco. Poco a poco he conseguido ahorrar unos doscientos.
-¿Cómo se te ocurren estas ideas?
-me admiro-. Yo también me temía una suspensión de pagos, pero nunca pensé en ahorrar.
-Así es la mente femenina: pare
ideas. -Adrianí ya ha soltado su máxima-. Por lo demás, volveremos a los
pueblos donde nacimos. Comeremos carne de uvas a peras y sobreviviremos con
verduras y legumbres. Hace años que los expertos aconsejan alimentarse de
manera sana. Mira por dónde, ahora lo haremos por obligación. En cuanto al
ahorro, mi madre, que en paz descanse, me decía: «Gota a gota se llena la
bota». Y cada noche cenaréis hasta relameros.
Pienso que Adrianí acaba de
ponerse aJ mando de las dos familias. Durante los últimos cuatro años han
mandado la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Mejor que se haga cargo
Adrianí.
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