Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 450. LA HERMANA DE KATIA / ANDRES BARBA

La primera vez que besó los labios de Katia tenía trece años, dolor de garganta y un pijama azul con los aros olímpicos que decía “Sports”'· Le gustaba mucho aquel pijama. Mamá llevaba una semana sin aparecer por casa. Katia acababa de cumplir dieciocho años y ella le había  regalado unos pendientes con forma de mariquita que no le gustaron. Cualquiera lo habría notado en su gesto de concentrada resignación de la sonrisa cuando le pidió que se los pusiera, pero ella se acostó aquella noche con la felicidad de quien todavía piensa que ha hecho el regalo perfecto. Tres días más tarde comprobó que Katia no se los había puesto ni una sola vez. Tampoco le dolió. Recordó que cuando tenía ocho años Mamá le regaló a ella un reloj rosa y le gustó tanto que no se atrevió a ponérselo de puro miedo a que se le rompiera. Lo sacaba por las noches, lo miraba despacio acariciar los segundos, los cuartos de hora y lo volvía a guardar en el mismo estuche imperturbable que habría de verlo detenerse un año después y, en los sucesivos, cubrirse de polvo, purgar su pecado de haber sido demasiado hermoso. Quizá por eso mismo Katia no se había puesto los pendientes, porque eran demasiado bonitos. Mamá no estaba en casa y cuando eso ocurría Katia se disgustaba, decía cosas que ella no terminaba de entender

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