Lübeck, 1891
Su madre esperaba en la planta de
arriba mientras los sirvientes quitaban los abrigos, las bufandas y los
sombreros a los invitados. Julia Mann permanecía en su dormitorio hasta que los
habían conducido a todos al salón. Thomas observaba desde el primer rellano
junto con su hermano mayor, Heinrich, y sus hermanas, Lula y Carla. Sabían que
su madre no tardaría en aparecer. Heinrich tuvo que advertir a Carla de que
guardara silencio, pues de lo contrario los mandarían a la cama y se perderían
el momento. Su hermano Viktor, un bebé, dormía en una habitación de la planta
superior.
Julia salió del dormitorio con el
cabello recogido hacia atrás de forma austera y sujeto con un lazo de colores.
Llevaba un vestido blanco, y sus zapatos negros, encargados expresamente en Mallorca,
eran sobrios como los de una bailarina.
Se unió al grupo con aire
desganado, como si acabara de estar a solas consigo misma en un lugar más
interesante que la festiva Lübeck.
Al entrar en el salón, Julia
echaba un vistazo alrededor para elegir a una persona entre los invitados, por
lo general un hombre -alguien insospechado como herr Kellinghusen, que no era ni
joven ni anciano, o Franz Cadovius, quien había heredado elestrabismo de su
madre, o el juez August Leverkühn, de labios
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