Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LECTURAS


A propósito de nada, Woody Allen.
Leía indiscriminadamente y seguía teniendo grandes lagunas en mi conocimiento, pero empecé a escuchar música clásica además de jazz, visitaba cada vez más museos y me educaba lo mejor que podía, no para obtener un título universitario ni por ninguna aspiración noble, sino para no parecer un asno delante de las mujeres que me gustaban; aunque, en la mayoría de los aspectos, seguí siendo un asno. Aún hoy, mis poetas son los de “Tin Pan Alley» y no hay nada en La tierra baldía o en Pound o Anden que me conmueva tanto como la frase «no vales el precio de un espárrago fuera de temporada» de Cole Porter.
Sé que Edith Wharton, Henry James y Fitzgerald escribieron sobre Nueva York, pero la ciudad que yo reconocía estaba mejor descrita en los artículos deportivos de ese sentimental reportero irlandés llamado Jimmy Cannon. Os quedaríais impresionados por todo lo que no sé, no he leído o no he visto. Después de todo, soy director, es decir, escritor. Jamás he visto una representación en directo de Hamlet. Jamás he visto Our Town, en ninguna versión. Jamás he leído el Ulises, ni el Quijote, ni Lo lita, ni Trampa 22, ni 1984, ni nada de Virginia Woolf, E. M. Forster o D. H. Lawrence. Nada de las hermanas Bronte ni de Dickens. Por otra parte, soy uno de los pocos entre mis pares que ha leído la novela de Joseph Goebbels. Sí, Goebbels, ese pequeño supositorio de pacotilla que trabajaba como publicista del Führer, probó suerte con una novela titulada Michael, y no creáis que el personaje principal era un chico ansioso y lleno de nervios que no sabía qué hacer para gustarle a la chica.

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