Dimensiones
Doree tenía que coger tres
autobuses, uno hasta Kincardine, donde esperaba el de London, donde volvía a
esperar el autobús urbano que la llevaba a las instalaciones. Empezaba la
excursión el domingo a las nueve de la mañana. Debido a los ratos de espera entre
un autobús y otro eran casi las dos de la tarde cuando había recorrido los
ciento sesenta y pocos kilómetros. Sentarse en los autobuses o en las
terminales no le importaba. Su trabajo cotidiano no era de los de estar
sentada.
Era camarera del Blue Spruce Inn.
Fregaba baños, hacía y deshacía camas, pasaba la aspiradora por las alfombras y
limpiaba espejos. Le gustaba el trabajo, le mantenía la cabeza ocupada hasta
cierto punto y acababa tan agotada que por la noche podía dormir. Rara vez se
encontraba con un auténtico desastre, aunque algunas de las mujeres con las que
trabajaba contaban historias de las que ponen los pelos de punta. Esas mujeres
eran mayores que ella y pensaban que Doree debía intentar mejorar un poco. Le
decían que debía prepararse para un trabajo cara al público mientras fuera
joven y tuviera buena presencia. Pero ella se conformaba con lo que hacía. No
quería tener que hablar con la gente. Ninguna de las personas con las que
trabajaba sabía qué había pasado.
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