Al igual que le ocurría a Holden,
no me da la gana de meterme en todas esas gilipolleces al estilo David
Copperfield, aunque, en mi caso, algunos pocos datos sobre mis padres tal vez
os resulten más interesantes que leer sobre mí. Por ejemplo, mi padre, nacido en
Brooklyn cuando aquello no era más que un montón de granjas, recogepelotas para
los primeros Brooklyn Dodgers, buscavidas de billar americano, corredor de
apuestas, un hombre pequeño pero un judío duro, que usaba camisas extravagantes
y llevaba el pelo peinado hacia atrás, reluciente corno el charol, a la George
Raft. Nada de escuela secundaria, en la armada a los dieciséis, miembro de un
pelotón de fusilamiento en Francia que ejecutó a un marino estadounidense por
haber violado a una chica del lugar. Tirador condecorado al que le encantaba
apretar el gatillo y que siempre llevaba una pistola encima hasta el día que
murió, sin haber perdido ninguno de sus cabellos plateados y con una visión
perfecta y superior a la normal. Una noche, durante la Primera Guerra Mundial,
su embarcación fue alcanzada por un proyectil en las heladas aguas de Europa a
cierta distancia de la costa. El barco se hundió. Todos se ahogaron, excepto
tres tipos que nadaron varios kilómetros y llegaron a la orilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario