La vida secreta, Andrew O'Hagan, p. 130
Ronnie avanzó en esa dirección.
Había zonas en las que yo no le dejaba entrar -el pomo, por ejemplo-, pero el
Ronnie que existía aquel verano era sensible a las drogas y a la idea de las
armas. Una de las contradicciones de la web oscura es que su inclinación a
acabar con las restricciones no siempre
casa bien con su filosofía de vive y deja vivir. En estos mercados negros hay
personas que venden «píldoras de suicidio” e instrumental para fabricar bombas.
Había en oferta “sicarios para objetivos de selección colectiva”, además de
armas de asalto, munición y granadas. Una de las cosas chocantes que descubrí mientras
estuve con ciberpuristas - Ronnie también la descubrió- es que en el meollo de
sus programas revolucionarios son muy derechistas. Internet es libertaria en
espíritu, también mitómana, paranoica, agitadora y demagógica, dada a registrar
cubos de basura ajenos mientras esconde los propios, amiga de propalar bulos en
vez de ocuparse de convencer, y está obsesionada por hacer una religión de la
democracia mientras desconfía de casi todo el mundo. En lo más profundo de la
web oscura domina la monomanía antiautoritaria y se predica el amor al desorden
siempre que las propiedades de uno no estén en peligro. Los pacifistas se presentan
con bombas de mano. La familia Manson se sentiría en casa.
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