La vida a ratos, JJ Millás, p. 43
Semana 18
LUNES. La realidad, la realidad.
Me pregunto en qué momento entró la realidad en mi vida y cuánta irrealidad se
coló detrás de ella, disfrazada de lo que no era. El hecho de que me lo
pregunte a las tres de la mañana, anormalmente despierto, induce a sospecha,
como si me lo preguntara desde una situación irreal. ¿Que en qué consiste estar
anormalmente despierto? Estás anormalmente despierto cuando percibes la
realidad como una forma de hiperrealidad. En otras palabras, cuando todo está tan
bien dibujado que lo tomarías como real.
Me levanto, voy al cuarto de
baño, enciendo la luz y parece un cuarto de baño de Antonio López, a eso me
refiero. No es que el lavabo parezca un lavabo, es que es EL LAVABO, lo mismo que
el espejo y la imagen que el espejo me devuelve de mí. ESE DE AHÍ SOY YO.
Pero un yo platónico. Me fijo en el cuidado con el que
están hechas las arrugas del pijama, para que nadie dude de que son las arrugas
de un pijama. Y si vuelvo la cabeza para mirar el bidé, el bidé adquiere una
relevancia anormal, como para hacer notar que es UN BIDÉ y no otra cosa.
Parecería que la realidad se hubiera disfrazado de realidad (al modo en que un
policía se disfraza de policía) por miedo a que alguien (yo) pusiera en
cuestión su estatus. Pues lo pongo. Vuelvo a la cama y regresa la pregunta: ¿en
qué momento entró la realidad en mi vida y cuánta irrealidad se coló detrás de
ella, disfrazada de lo que no era
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