Recuerdos del futuro, Siri Hustvedt, p. 336
-Las pruebas académicas hace
tiempo que están del lado de la baronesa -continúa ella-. En primer lugar, tenemos
la carta que Duchamp escribió a su hermana, Suzanne, dos días después de que
rechazaran el urinario. No la encontraron hasta 1982. En ella escribió: “Una de
mis amigas, que había adoptado el seudónimo de Richard Mutt, me envió un
urinario de porcelana a modo de escultura». Segundo, sabemos que un periódico
informó en aquel momento de que el artista Richard Mutt era de Filadelfia. La
baronesa estaba viviendo en Filadelfia en aquel momento. Tercero, sabemos que
Duchamp no se atribuyó la autoría del urinario hasta después de que la baronesa
y Stieglitz murieron. Cuarto, Duchamp sostuvo que había comprado el elemento de
fontanería en cuestión en J. L. Mott Ironworks, pero ellos no vendían el modelo
que se presentó en la exposición. Hay quienes dicen que debió de confundirse,
pero es poco probable porque la explicación que dio de R. Mutt es que Mutt viene
de Mott. Es una transposición extrañamente torpe, ¿no te parece? Luego afirmó
que Mutt pretendía evocara l personaje Mutt de la tira cómica Mutt y Jeff. Eso
también suena inconsistente, ¿no?, una rápida maniobra de encubrimiento que
apenas está en consonancia con el ingenio habitual del francés. Pero Gammel
señala que la firma R. Mutt se lee como Armut en alemán,”pobreza”, y hacia
atrás se lee como Mutter, “madre”. Ella siempre estaba jugando con las palabras
y los sonidos: A quit dushit. Louise Norton habla del urinario como el “Buda
del cuarto de baño”, pero cuando Stieglitz lo fotografió, se había transformado
en la Madonna del cuarto de baño”. El Útero Urinario de la Madre María. La
madre de la baronesa era profundamente religiosa. Su padre había menospreciado tanto
a su madre como a la religión, y la baronesa evocaba sin cesar a Dios, las
almas, y la maquinaria acústica del cuerpo. Quinto, a ella le encantaban los perros. ¿A Duchamp también? Ella solía pasear
por las calles de Nueva York con varios. Sus mutts, «chuchos”, vivían con ella.
Sexto, fíjate en cómo está escrito R. Mutt, y a continuación examina la
caligrafía que ella utiliza en sus poemas. Vienen de la misma mano.
-Ya lo he hecho -respondí-. He
estado en los archivos.
-Sí, por supuesto -repuso ella-.
Lo recuerdo.
-Duchamp lo robó, seguro. Ni
siquiera se parece al resto de su obra. Ese hombre era refinado, elegante,
decoroso, un petimetre que se reía finamente de sus pequeñas bromas. El rey del
ajedrez. La fuente no encaja. Pero los museos han seguido atribuyéndosela a él.
Le pertenece a él.
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