La vida a ratos, JJ Millás, p. 133
MIÉRCOLES. Dado que las salas de
espera de las puertas de embarque han devenido en auténticos corrales para
ganado, mi consejo es que no se intente mantener en ellas la dignidad de un ser
humano. Aborrégate, a menos que prefieras sufrir un ictus. Conviértete en un
animal y déjate llevar por el miedo de las ovejas a los ladridos del perro.
Muy importante: cuando escuches
el primer aviso para embarcar, no te lo creas. Siempre dan uno falso para que
la gente se ponga en fila. Pero los tendrán ahí, cargando el peso del cuerpo
alternativamente en uno u otro pie, media hora o tres cuartos. Mientras la
gente se fatiga, algún perverso, en un despacho con siete monitores, se
masturba observando el rostro de los pasajeros que han llegado a esa situación
de indignidad después de haber sido desnudados en el control de la policía. En
cuanto al finger, debes aceptar la posibilidad de morirte en él de frío o de
calor, quizá de frío y de calor alternativamente. No olvides que finger
significa “dedo”, y que te encuentras dentro del dedo corazón de un dios malo,
un dedo colocado seguramente en forma de peineta por el que te deslizas
mansamente hacia la rendija que llaman asiento. Que tengas buen viaje.
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