Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIÌT 903. LOS LOBOS DE PRAGA / BENJAMIN BLACK


Hoy pocos recuerdan que fui yo quien encontró el cadáver de la desdichada hija del doctor Kroll tendido en la nieve aquella noche en el Callejón del Oro. La voluble musa de la historia casi ha borrado el nombre de Christian Stern de sus páginas eternas, aunque a menudo he tenido razones para pensar que habría sido mucho mejor para mí no haber aparecido nunca en ellas. Mi destino era elevarme muy alto, con un magnífico plumaje, pero al final volví a caer al suelo con las alas en llamas.
Estábamos en pleno invierno, y una luna creciente pendía ladeada sobre la mole del castillo de Hradcany, que se alzaba sobre el estrecho callejón donde yacía el cadáver. ¡Cuántas estrellas había!, como montones de alhajas esparcidas sobre una cúpula de tensa seda negra. Desde niño me había fascinado el misterio del firmamento y siempre quise conocer sus secretas armonías. Pero esa noche estaba borracho, y sus luces como gemas parecían girar y mecerse mareantes sobre mí. Tan embriagado estaba que es raro que reparase en la joven que yacía muerta entre las profundas sombras de los muros del castillo.
Había llegado a Praga ese mismo día y había pasado por una de las puertas del sur de la ciudad al caer la noche, después de un fatigoso viaje desde Ratisbona, con los caminos cubiertos de roderas y el Moldava helado de orilla a orilla. Encontré hospedaje en el León Dorado, un sórdido hostal en Kleinseite, donde no pedí nada, sino que subí a mi cuarto y me eché en la cama sin quitarme la ropa del viaje.

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