El aliado, Iván Repila, p. 86
-Lo mejor de todo es que lo
hacéis sin protestar. Supongo que porque os sale de dentro, de muy dentro. No
digo que seáis sumisas, claro que no, Igual es que sois ... dependientes. No
específicamente del dinero y del trabajo de los hombres, que puede ser, sino,
sobre todo, de esta forma de vida. Necesitáis cuidar porque para vosotras es
como respirar. Es vuestro oxígeno, y todos necesitamos oxígeno. Por eso digo
que sois dependientes.
-Mira, hijo ...
-No me cortes, mamá. Por favor.
Que estoy hablando. Desde el corazón. El otro día me dijiste que te habría
gustado ser madre más tarde, ir a la universidad, esas mierdas. ¿Para qué?
¿Para qué ir a la universidad teniendo, por derecho, el mejor trabajo del
mundo? Te lo digo yo, que he ido a la universidad y he estado de fiesta cientos
de veces. Vale, sí, en la universidad aprendes un montón de cosas y conoces
gente. O haces un Erasmus, si puedes permitírtelo. Pero luego, ¿qué? Buscar trabajo
como un tonto, aceptar sueldos miserables para ganarte un puesto, dar vueltas.
Fue horrible, te lo juro, empezar a vivir solo y dar fiestas en casa, fiestas a
las que venía todo el mundo, y levantarse por la mañana y descubrir que la casa
no se recoge sola. O aprender a plancharme las camisas. Fue horrible. Con lo
bien que estaba, que estábamos todos, aquí, contigo. Si volviera a nacer me
quedaría siempre a tu lado, para que me cuidaras. Y creo que tomaste una
decisión muy valiente quedándote embarazada tan joven. Las mujeres de hoy se lo
toman con mucha más calma, quieren vivir, o eso dicen. ¿Vivir? La verdadera vida
es la que tú has tenido. Eras tan joven que ahora podrías cuidar de tus nietos,
si los tuvieras. ¿No es eso lo que quieres? Joder, eras tan joven que incluso
podrías cuidar de tus bisnietos. Qué bonito es el mundo de las mujeres, mamá.
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