Atenea. Descubrir el cerebro de un
molusco
Un día de mediados de marzo
inusitadamente cálido, cuando en Nuevo Hampshire la nieve empezaba a derretirse
y convertirse en barro, fui a Boston, donde la gente paseaba por el puerto o
estaba sentada en los bancos con cucuruchos de helado. Yo, sin embargo, cambié
el agradable sol por el húmedo y tenue santuario del Acuario de Nueva
Inglaterra. Tenía una cita con un pulpo gigante del Pacífico.
No sabía gran cosa de los pulpos, pero lo poco que sabía me intrigaba:
es un animal que tiene veneno, como una serpiente, pico, como un loro, y tinta,
como una pluma estilográfica. Puede pesar tanto como un hombre y ser tan largo
como un coche, y sin embargo es capaz de introducir su ancho e invertebrado
cuerpo por una abertura del tamaño de una naranja. Puede cambiar de color y de
forma. Puede percibir el sabor de algo con la piel. Y son inteligentes.
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