-¿Por qué? Porque es tonto, por
eso -dijo Eloise-. Además ... escúchame, chica de carrera ... Si alguna vez te
casas de nuevo, no le cuentes nada a tu marido. ¿Me oyes?
-¿Por qué? -dijo Mary Jane.
-Porque yo te lo digo, por eso
-dijo Eloise-.A ellos les gusta pensar que nos pasábamos la vida vomitando cada
vez que se nos acercaba un muchacho. Te lo digo en serio. Puedes contarle
cosas, desde luego. Pero nunca la verdad. Nunca la verdad, en serio. Si le
dices que una vez conociste a un muchacho apuesto, tienes que decirle con el
mismo tono que en realidad era demasiado apuesto.Y si le cuentas que conociste
a un muchacho inteligente, tienes que decirle que era un vivales o un sabelotodo.
Si no lo haces, esgrimen contra ti al pobre muchacho cada vez que pueden
-Eloise hizo una pausa para beber un trago y pensar-. Mira -dijo-, te
escucharán como personas maduras y todo eso. Hasta pondrán cara de tipos endemoniadamente comprensivos. Pero no te
dejes engañar. Créeme. Estás perdida si alguna vez piensas que tienen la menor
comprensión. Palabra.
Mary Jane, que parecía deprimida,
alzó la cabeza separando la barbilla del brazo del sofa. Para variar de
postura, apoyó el mentón en el antebrazo. Meditó sobre los consejos de Eloise.
-No puedes decir que Lew sea
tonto -dijo.
-¿Quién no puede?
-Quiero decir que es inteligente,
¿no? –replicó Mary Jane con ingenuidad.
-Oye -dijo Eloise-. ¿Para qué
seguir con eso? Hablemos de otra cosa. No haría más que deprimirte. Mándame
callar.
-Bueno, ¿por qué te casaste,
entonces?
-¡Dios! No sé. No sé. Me dijo que
tenía devoción por Jane Austen. Me explicó que sus libros eran
interesantísimos. Eso fue exactamente lo que dijo. Después de casarnos descubrí
que no había leído ninguno de sus libros. ¿Sabes quién es su autor favorito?
Mary Jane movió la cabeza.
-L. Manning Vines. ¿Lo has oído
nombrar alguna vez?
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