Las viudas de Eastwick, John Updicke, p. 35
-Amigos, estos autobuses
especiales de los glaciares, llamados Snocoaches, cuestan cien mil dólares cada
uno. Relájense ... , estimamos que más de la mitad de ellos vuelven intactos,
con muchos de sus pasajeros todavía a bordo.
-Hubo un risa nerviosa unánime. Se arrojaron por el precipicio y luego
se deslizaron por el hielo plano hasta detenerse junto a otros Snocoaches. El
conductor recitó al micrófono-: Una de las preguntas más habituales que nos
hacen es: “¿Por qué está tan sucio el hielo?». Bueno, el hielo del glaciar está
hecho de nieve, metros y metros de nieve que se comprimen hasta formar un
centímetro o dos de hielo. Como ya sabrán, los copos de nieve y las gotas de
lluvia se forman en el aire alrededor de una diminuta mota de polvo. La nieve
se funde, pero el polvo sigue ahí.
¿sabía eso Alexandra? ¿Que los
copos de nieve y las gotas de lluvia necesitan un germen de polvo? ¿Contiene el
cielo suficiente polvo para suministrárselo a todos ellos? ¿Y si se acabara el
polvo celestial? ¿Sería toda esa historia canadiense de la compresión lo que le
presionaba el pecho por la noche? Si todo (nieve, sedimentos, rocas) se
comprime sin parar, ¿por qué no se vuelve el mundo más pesado y pequeño, hasta
convertirse en un agujero negro? Ése era el tipo de preguntas que solía hacerle
a Jim, que nunca se reía de ella y siempre echaba mano de sus conocimientos prácticos
para intentar darle una respuesta. Los hombres, a pesar de toda su rabia
oculta, tenían eso: una sensación clara de la relación causa-efecto, un deseo
práctico ser razonables. Las mujeres los aman por ese motivo.
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