De Padres e hijos de Turgeniev,
p. 40 (El Cobre)
-Es nihilista -repitió Arkadi.
-Nihilista -balbució Nikolái-.
Eso viene del latín nihil, "nada", por cuanto puedo juzgar; entonces, esta
palabra define a un hombre que ... ¿que no reconoce nada?
-Di mejor: que no respeta nada
-se apresuró a decir Pável, y de nuevo se ocupó de la mantequilla.
-Que lo considera todo desde el
punto de vista crítico -puntualizó Arkadi.
-¿Y no es lo mismo? -preguntó
Pável Pietróvich.
-No, no es lo mismo. El nihilista
es un hombre que no se doblega ante ninguna autoridad, que no acepta ningún principio
como artículo de fe, por grande que sea el respeto que se dé a ese principio.
-Y qué, ¿eso está bien?
-interrumpió Pável.
-Según para quién, tiíto. Para
unos es muy bueno y para otros resulta muy malo.
-Vaya. Bueno, según veo, esto no
va con nosotros. Nosotros somos gente chapada a la antigua; nosotros
considerarnos que sin principios -Pável Pietróvich pronunciaba esta palabra de
un modo suave, al estilo francés; Arkadi, por el contrario, decía «principios»
acentuando la primera sílaba, sin principios, tomados, como tú dices, como
artículos de fe, no podemos dar un paso ni respirar. Vous avez changé tout cela,
• que Dios os dé salud y el grado de general, y nosotros nos regocijaremos,
señores ... ¿Cómo has dicho?
-Nihilistas -exclamó vocalizando
Arkadi.
-Sí. Antes eran los hegelianos y ahora los nihilistas. Ya
veremos de qué forma vais a existir en el vacío, en el espacio sin aire. Y
ahora, por favor, hermano Nikolái, llama, porque ya es hora de que torne mi
cacao.
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