¿Cuándo empezó esto que ahora va
a terminar con mi asesinato? Esta falsa lucidez que ahora tengo es como un faro
y puedo aprovechar un intensísimo haz hacia vastas regiones de mi memoria: veo caras, ratas en un granero,
calles de Buenos Aires o Argel, prostitutas y marineros; muevo el haz y veo
cosas más lejanas: una fuente: en la estancia, una bochornosa siesta, pájaros y
ojos que pincho con un clavo. Tal vez ahí, pero quién sabe: puede ser mucho más
atrás, en épocas que ahora no recuerdo, en períodos remotísimos de mi primera
infancia. No sé.¿ Qué importa, además?
Recuerdo perfectamente:, en
cambio, los comienzos de mi
investigación sistemática (la otra, la inconsciente, acaso la más profunda, ¿cómo
puedo saberlo?). Fue un día de verano del año 1947, al pasar frente a la Plaza
Mayo, por la calle San Martín, en la vereda de la Municipalidad. Yo venía
abstraído, cuando de pronto oí una campanilla, una campanilla como de alguien
que quisiera despertarme de un sueño milenario. Y o caminaba, mientras oía la
campanilla que intentaba penetrar en los estratos más profundos de mi
conciencia: la oía pero no la escuchaba. Hasta que de pronto aquel sonido tenue
pero penetrante y obsesivo pareció tocar alguna vena sensible de mi yo, algunos
de esos lugares en que la piel del yo es
finísima y de: sensibilidad anormal: y desperté sobresaltado, como ante un
peligro repentino, como si en la oscuridad hubiese: tocado con mis manos la piel
helada de un reptil, Delante de mí, enigmática y dura, observándome con toda su
cara, vi a la ciega que allí vende: baratijas. Había cesado de tocar su
campanilla; como si sólo la hubiese movido para mí para despertarme de mi
insensato sueño, para advertir que mi existencia anterior había terminado como una
estúpida etapa preparatoria, y que: ahora debía enfrentarme con la realidad
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