De El abrigo de Proust de Lorenza
Fochini, p. 67
Quizá mi hermano ... Para Marcel,
el principal sospechoso de la delación a la madre era Roben, su hermano menor,
de quince años, tan distinto de él, un chico deportista, apasionado de las
matemáticas, reacio a la lectura, digno hijo de su padre. Podía haberlo hecho
incluso sin malicia, de buena fe.
Por cierto que la familia
comenzaba a intuir a estas alturas cuáles eran las verdaderas inclinaciones de
Marcel, pero, como en todo ambiente burgués de la época, de eso no se hablaba.
Y por lo que sabemos, no se hablaría nunca. Pero se sabía.
En La prisionera, Proust escribe:
En ciertas familias de
mentirosos, un hermano que va a visitar a un hermano sin razón aparente y ya en
la puerta, cuando está por irse, le pide incidentalmente una información que
después parece ni siquiera escuchar, le hace entender así que esa información
era la verdadera finalidad de la visita, ya que el otro conoce muy bien
esos modales distantes que él se
gasta, esas palabras dichas como ente paréntesis, en el último momento, porque,
a menudo, los empleó él mismo, a su vez. Y hay también familias patológicas, sensibilidades emparentadas,
temperamentos fraternos, iniciados m esta tácita lengua por medio de la cual,
en familia, uno se entiende sin hablarse.
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