De En cuerpo y en lo otro de
DFWallace, p. 113-114
El último Wittgenstein está lleno
de grandes ejemplos de cómo las personas están sucumbiendo continuamente al
«embrujo » metafisico del lenguaje ordinario. Perdiéndose en él. Por ejemplo,
las locuciones como «el flujo del tiempo» crean una especie de fantasma de UHF
ontológico, nos seducen para que de alguna manera veamos el tiempo como si
fuera un río, que no solo «fluye» sino que lo hace de forma externa a nosotros,
externa a las cosas y a los cambios de los que en realidad el tiempo no es más
que una medida. O bien los predicados ordinarios “juego” y “reglas”, cuando se
yuxtaponen simultáneamente a, por ejemplo, la taba, el gin rummy, el béisbol para
aficionados y las Olimpiadas, nos engañan para que caigamos en un ilusorio
universalismo platónico según el cual hay cierto rasgo trascendentalmente existente común a todos los miembros de las
extensiones de “juego” o “regla”, en virtud del cual cada miembro es un “juego”
o una “regla”, en lugar de ser esa red fluida de «parecidos familiares» que,
para Wittgenstein, justifica a la perfección el que se adjudiquen predicados en
apariencia unívocos para calificar algo que no viene a ser más que un tipo de
conducta humana, y no, en cambio, ninguna clase de cartografia trascendente de
la realidad. Hacia el final de su vida, Wittgenstein concebía la actividad cerebral
humana significativa (es decir, la filosofia) precisa y estrictamente como «una
batalla contra el embrujo que ejerce el lenguaje sobre nuestra inteligencia» Y
Las IF sostienen que las personas deben vivir o por lo menos viven en una especie de sueño lingüístico,
inundado de lenguaje ordinario y enredado en él y la engañosa
«metafisica>> que el uso lingüístico y la comunicación entre personas
impone ... o se cobra.
Todo este resumen que acabo de
hacer es bastante tosco.
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