Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

JAMESIANA

De Compañeros de viaje, de HJ, p. 63
Fuimos al Palacio Ducal e inmediatamente nos dirigimos hacia aquel santuario trascendente de luz y de elegancia: la habitación que contiene la obra maestra de Paolo Veronese y el Baca y Ariadna de su solemne camarada. Me adentré con alegría inconsciente en el sublime brillo y en la belleza de aquella radiante escena, donde, contra la boscosa pantalla de vegetación  inmortal, la víctima del engaño divino se muestra con pies rosados,  halagada por las ninfas y rodeada de perlas mientras hace crujir su lustroso vestido de raso contra la deliciosa piel del bovino Júpiter.
-Le hace a uno pensar mucho mejor sobre la vida - dije a mi amiga- el que esta visión haya bendecido los ojos de otros mortales. Lo que ha sido, puede volver a ser. Todavía podemos soñar de forma igual de brillante, y algunos de nosotros podemos traducir nuestros sueños de forma igualmente libre.
-Este, pienso, es el sueño más brillante de los dos - contestó ella, indicando el Baco y Ariadna. Miss Evans tenía tal vez razón en general. En el cuadro de Tintoretto no hay ningún brillo trémulo de telas, ni esplendor de flores ni de piedras preciosas; no hay nada excepto la brillante y amplia gloria del intenso color del mar y del cielo y de la luminosa pureza y simetría de la deificada carne humana.
Ni el duque ni el poeta eran gente que se quedara quieta: protegidos por el virrey de Nápoles, habrán viajado por Italia. El atractivo de Roma durante el tránsito entre e! siglo XVI y e! XVII era irresistible. Cualquier día, incluido el 4 de octubre de 1599, uno estaría mejor en Roma que en su graduación.

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