De La hermana de Freud, de Goce Smilevski, p.15
-¿Me escuchas, Sigmund?
Él dejó la Diosa Madre sobre la
mesa.
-¿Quieres que te lea sólo un par
de líneas del texto de Mann? Se titula Hermano Hitler-tomó el texto de la mesa
y se puso a leer-: "iCómo no va a aborrecer e! psicoanálisis una persona
así! Tengo la secreta sospecha de que la ira con la que emprendió su marcha
sobre determinada ciudad, en el fondo, estaba dirigida contra el viejo
psicoanalista, que tenía allí su residencia y que era su auténtico enemigo: e! filósofo y
el desenmascarador de la neurosis, el gran desilusionador, e! experto y analista
incluso de "genios"" .. Luego, dejando el artículo sobre la
mesa, dijo-: ¡Con qué sutil ironía escribió esto Mann!
-De lo que me acabas de leer,
sólo lo de «viejo psicoanalista" es cierto. Te lo digo sin ironía sutil. Y
la afirmación de que seas el auténtico enemigo de Adolf Hitler, no importa que
esté dicho con ironía, resulta una simple estupidez. Tú sabes muy bien que la
ocupación de Austria es el primer paso de ese gran plan de Hitler de conquistar
el mundo para poder después borrar del mapa a todo aquel que no pertenezca a la
raza aria. Esto lo sabe cualquiera: tú, Mann, y hasta yo misma lo sé, aun
siendo una pobre anciana.
-No te tienes que preocupar. Las
ambiciones de Hitler no se pueden realizar. Dentro de unos días, Francia y Gran
Bretaña le obligarán a retirarse de Austria, y después sufrirá otra derrota en
la misma Alemania. Allí lo vencerán los propios alemanes; el apoyo que éstos le
brindan en la actualidad no es más que una ofuscación pasajera de su
entendimiento.
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