Decimos 550.000 euros, pero
sabemos que al final es negociable y se acaba quedando en 480.000, quizás algo
menos. Lejos de los 700.000 que consiguió el último vecino que se marchó y
vendió antes del fin de los buenos tiempos. En todo caso son 480.000, sigue
siendo una buena tasación. 4.000 euros el metro cuadrado, muy por encima de la
media del barrio. No es que vayamos a vender, desde el fin de los buenos
tiempos nadie vende; pero tranquiliza saber que duermes sobre un colchón de
480.000 euros, que en cualquier momento puedes vender, o pedir un crédito a cuenta
de la vivienda. Ahora bien, empiecen a quitar palabras del anuncio y verán cómo
mengua la cifra, cual contador electrónico en cuenta atrás imparable. Quitas el
garaje y ya son 430.000; eliminas la calefacción central y te despeñas hasta
380.000; la falta de trastero te puede hacer perder otros 10.000 euros.
Prescinde del jardín y las zonas comunes, y de inmediato eres visto como un
bloque más de los que abundan en el barrio: un portal, un recibidor con buzones
y ascensores, la escalera y fin de las zonas comunes, nadie pagaría más de
300.000 euros. Si además borras el ascensor, eres degradado a uno de esos
horrores de cuatro
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