Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LANDERO


El huerto de Emerson, Luis Landero, p. 80

Dice Emerson que cada cual ha de aceptarse a sí mismo tal como es, y aceptarse además con orgullo y contento. Que a todos nos ha tocado en suerte un terrenito en el que laborar. Que es seguro que habrá alrededor terrenos más grandes y fértiles, donde crecen lechugas mejores que las nuestras, pero que nosotros tenemos que cultivar lo nuestro, el huerto que nos tocó en suerte, sin envidiar lo ajeno, conformes y alegres con nuestras lechugas, por pequeñas y pálidas que sean.

«Tenemos pues que afanarnos en nuestro mundo», les decía a mis alumnos, «es decir, en nuestro huerto y en nuestras lechugas», y a continuación volvía a hacer una alabanza de lo concreto. «Lo concreto, siempre lo concreto», y aquí ataviaba mis palabras con algunas citas ilustres. Les hablaba de cómo Freud dice que hay que apartarse de lo universal y ocuparse de lo concreto, de las contingencias personales, de nuestro pasado individual, de nuestras ciegas marcas. De cómo Goethe afirma que la expresión de lo particular constituye la propia vida del arte, que eso es lo que nos hace distintos a los otros, únicos e inimitables, y que no hay que temer que lo particular no encuentre eco en los demás. De Joyce, que aconseja que se escriba lo que dicta la sangre, no el intelecto.


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