Se me aparece una imagen: mi padre todavía vive y me dice, «coge esos arándanos, pero no comas demasiados, es un fruto que tiene mucho ácido benzoico, incluso puede envenenar a gatos como tú».
Hoy, 25 de febrero de 2024, hace
doce años que con ochenta y siete años de edad murió mi padre.
No deja de producirme inquietud
haber comenzado así estas notas, «Hoy, 25 de febrero de 2024, hace doce años
que ... », palabras que tienen un tono de cuaderno de bitácora, de personas que
exploran aguas que por mucho que sean navegadas siempre les serán extrañas,
viajeros que se adentran en un mar que termina en una catarata: la vida. Como
si yo mismo especulara que la Tierra es plana. Tarde o temprano el mapamundi se
acaba, te caes.
También podría haber comenzado
diciendo, «los años han muerto pero al tiempo no le ha pasado nada», y no
estaría mintiendo porque cuando alguien muere el tiempo finge seguir su curso
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