La piedra de la locura, B.Labatut, p. 9
Aunque apenas fue capaz de hallar
las palabras para describirlo, pudo cristalizar algunas de sus visiones en un
cuento que tituló «La llamada de Cthulhu», una historia que alerta a nuestra
especie sobre el regreso de un antiguo terror y el peligro de traspasar
nuestros límites, al mostrarnos lo que puede estar allí, dormido, esperándonos.
«Creo que el hecho más misericordioso del mundo es la incapacidad de la mente
humana para relacionar todos sus contenidos», escribió Lovecraft. «Vivimos en una
isla de plácida ignorancia en medio de negros mares de infinito, y no estamos
destina dos a viajar muy lejos. Las ciencias,cada una avanzando en su propia
dirección, nos han perjudicado poco hasta el momento; pero algún día la suma de
todo ese saber disgregado abrirá una perspectiva tan aterradora sobre la realidad,
y sobre el espantoso lugar que ocuparnos en ella, que nos volveremos locos
producto de esa revelación, o huiremos de la luz hacia la paz y la seguridad de
una nueva edad oscura. » En el cuento, un hombre va tras los pasos de una secta
que intenta despertar a un dios antediluviano sumido en un sueño eterno.
Durante su búsqueda, el protagonista se topa con reportajes y noticias sobre
extraños brotes de histeria colectiva, pánico, locura grupal y arrebatos de
manía, todos relacionados con tres pequeñas estatuas de un ídolo cuya forma, completamente
antinatural, parecía estar dotada de una malignidad intrínseca. Una de esas
efigies fue modelada en arcilla por un escultor de Rhode Island, quien vio la
silueta del ídolo durante una pesadilla particularmente vívida; otra fue confiscada
por un policía que participó en una redada durante la celebración de un rito
vudú en los pantanos de Nueva Orleans, mientras que la tercera cayó en manos de
un marinero noruego, quien la encontró en los farellones de una isla ciclópea
que surgió de golpe en medio de las olas del Pacífico Sur, una tierra maldita
cuyos colosales paisajes violentaban las leyes de la perspectiva, creando un
entorno tan anómalo que uno de los compañeros de barco del noruego perdió la cabeza
luego de contemplar algo demasiado horroroso corno para poder ser comprendido: un
ser descomunal e incrustado de tantas capas de tiempo que hacía que no solo la
humanidad sino el mundo entero pareciera joven y fugaz en comparación.
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