Destino y memoria: cien años de Jorge Semprún, p. 142
El PCE empezó a sondear a fuerzas
minoritarias de derecha e izquierda para atraerlos a su propuesta fetiche, la
Huelga Nacional Pacífica (o Patriótica), la HNP, para el 18 de junio de 1959,
de la que de nuevo Santiago Carrillo era su valedor principal. Tan repentina como
arriesgada apuesta causó sorpresa indisimulada en algunos miembros de la
dirección del partido corno la misma secretaria general, preventivamente dejada
al margen de la decisión.
De nuevo la movilización de
recursos materiales y humanos fue extraordinaria, corno lo sería también la de
la policía en alerta, con una vigilancia paralizante. Los dirigentes en Madrid,
reforzados de nuevo con enviados desde París, se preparaban para el asalto
final, con lemas parecidos a los de la anterior «jornada", aunque en esta
ocasión, en su fuero interno no las tuvieran todas consigo, caso de Pradera,
quizá de Federico Sánchez y de Muñoz Suay (según sus recuerdos de aquellos días
previos al día señalado). Cuando finalmente sonó el día H, la respuesta popular
apenas se oyó. El fracaso de la huelga era indudable para cualquiera de los
testigos. Se produjeron detenciones muy graves, corno la de Simón Sánchez
Montero el día anterior a la convocatoria y las de muchos militantes de los
grupos que siguieron al PCE, decepcionados por el escaso respeto político que
les habían mostrado los comunistas en la preparación y a lo largo de la
jornada.
Las detenciones no alteraron los
hábitos de Semprún. Siguió viviendo en su mismo domicilio, adoptando las
precauciones de rigor pero confiado en que sus camaradas detenidos resistirían las torturas policiales que con seguridad les
serían inflingidas.
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