Destino y memoria: cien años de Jorge Semprún, p. 160
Por su parte, en España, el
trabajo de la policía continuaba sin tregua. De ahí que, aún dando palos de
ciego, el celo vigilante diera inesperados 'resultados positivos para sus
intereses. En esta ocasión, además, no hubo necesidad de aplicar la tortura. El
seguimiento policial a Fernando Sánchez Dragó, de regreso en Madrid desde
Italia a comienzos del verano de 1963 con materiales sospechosos, dio lugar a
su detención y a la de otros siete, sus contactos de esos días. En la
comisaría, cuando fue interrogado, la policía refirió que el detenido, «al margen
de las diligencias que le eran instruidas», declaró que había sabido que el ganador del Premio
Formentor de ese año, Jorge Semprún Maura, cuya foto acababa de ver en una revista
en Italia, había sido su instructor en el partido comunista, donde usaba
nombres como Federico Artigas. La policía concluye en su informe que, a partir
de ese momento, quedó establecida la personalidad de Agustín-Federico (algunos de
los nombres por los que lo habría conocido Sánchez Dragó en sus años de
militancia comunista) y Jorge Semprún, lo que «acreditó de tal suerte su
extraordinario rango de agitador al servicio del comunismo». Por fortuna, el
denunciado se encontraba en París a buen recaudo, pero en los meses siguientes advertiría
con extrañeza que agentes de la policía española desplazados a la capital
francesa, como hacían con frecuencia, ahora vigilaban sus movimientos como
nunca antes lo habían hecho. Así lo comunicaría en sus reuniones de la
dirección del partido.
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