Chavs, Owen Jones, p. 146
Este odio a los chavs se ha
convertido en una moda entre los jóvenes privilegiados. En universidades como
Oxford, estudiantes de clase media organizan “fiestas chavs» en las que se
visten como esta caricatura de la clase trabajadora. Entre los que se burlaban
de esta estética estaba el príncipe Guillermo, uno de los jóvenes más privilegiados
del país. En una fiesta temática de disfraces sobre el mundo chav que marcaba
el final de su primer trimestre en Sandhurst, se puso una camiseta holgada y
joyas llamativas, además de la imprescindible <>.
Pero cuando los demás cadetes le pidieron que “pusiera acento chav y dejara de
hablar como un miembro de la realeza», fue incapaz. “Guillermo en realidad no
es el cadete que habla más pijo, pese a su herencia familiar, pero se esforzó
por lograr un acento de clase trabajadora», dijo un cadete al Sun. Bienvenidos
a la Gran Bretaña del siglo XXI, donde los miembros de la realeza se visten de
sus súbditos de clase trabajadora para echarse unas risas.
Para hacerse una idea más
detallada de lo que significa el fenómeno chav para los jóvenes de entornos
privilegiados, tuve una charla con Oliver Harvey, exalumno de Eton y presidente
de la Asociación Conservadora de Oxford. En las actitudes "de las clases medias"
hacia lo que se habría llamado la "clase trabajadora'; la denominada
cultura chav, todavia hay que considerar la clase como una parte importante de
la vida británica”, dice. Chav es una palabra que Harvey oye a menudo circular
bajo las agujas de ensueño de Oxford. “Uno pensaría que aquí la gente es culta,
pero es algo que les sigue haciendo gracia”. A diferencia de otros estudiantes,
no le gusta el término por su connotación clasista: “Creo que muestra una
actitud condescendiente y bastante insultante. Es una palabra empleada por
gente afortunada para hablar de otros que lo son menos ... Desgraciadamente,
ahora es un término muy popular que se ha trasplantado a la conciencia
cotidiana de la gente”
Un lugar como Oxford es campo
abonado para el odio a los chavs. Casi la mitad de sus estudiantes han ido a
colegios privados, y hay poquísimos alumnos de clase trabajadora estudiando en esta
universidad. Eso ayuda a destapar la verdad que se esconde tras el fenómeno:
aquí hay gente privilegiada con poco contacto con los que están por debajo en
la escala social. Es fácil caricaturizar a gente que no comprendes. Y de hecho,
muchos de estos estudiantes deben su plaza en Oxford a las condiciones
privilegiadas que les permitieron costearse una educación superior. Qué tranquilizador
pretender que aterrizaron en Oxford por su propio talento, y que los más
desfavorecidos socialmente están ahí porque son brutos, irresponsables o algo
peor.