Mythos, Stephen Fry
Poseidón nunca dejó de vigilar
con mirada avariciosa e impaciente al más joven de sus hermanos, el que ahora
se hacía llamar «el mayor” y «rey”. Como a Zeus se le ocurriese cometer
demasiados errores, ahí estaría Poseidón para derribarlo del trono.
Los cíclopes, del mismo modo que
habían forjado rayos para Zeus, crearon ahora una tremenda arma para Poseidón:
un tridente. Este enorme arpón de tres puntas servía para provocar maremotos y
torbellinos; incluso para hacer temblar la tierra con remolinos, que dieron a
Poseidón el apodo de «Sacudidor de la Tierra”. El deseo por su hermana Deméter
le hizo inventar el caballo para impresionarla y complacerla. Perdió esta
pasión por Deméter, pero el caballo continuó siendo sagrado para él.
Bajo lo que hoy llamaríamos el
mar Egeo, Poseidón construyó un vasto palacio de coral y perlas en el que se
instaló junto a su consorte elegida, ANFÍTRlTE, una hija de Nereo y Doris, o
(dicen algunos) de Océano y Tetis. Como regalo de bodas, Poseidón le entregó a
Anfítrite el primerísimo delfín. Ella le dio un hijo, TRJTÓN, una especie de
sirena, al que generalmente representan sentado sobre su cola y soplando con
los carrillos hinchados una enorme caracola. Anfítrite, a decir verdad, parece
haber sido más bien sosa y no aparece sino en contadas anécdotas de poco
interés. Poseidón se pasaba todo el tiempo persiguiendo una cantidad abrumadora
de chicas y chicos guapos y engendrando con las primeras cantidades
todavía mayores de monstruos, semi
dioses y héroes humanos: Percy Jackson y Teseo, por nombrar a dos.
El equivalente romano de Poseidón
era NEPTUNO, cuyo gigantesco planeta está rodeado de satélites como Talasa,
Tritón, Náyade y Proteo.
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