Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

MORITA


Mishima, M. Yourcenar, p. 136
“Nuestros valores fundamentales como japoneses están amenazados ... El Emperador ya no ocupa en el Japón el lugar que le corresponde ...”
Las injurias, las palabras malsonantes, ascienden hacia él. Las últimas fotografías le muestran con el puño crispado y la boca abierta, con esa fealdad especial del hombre que  grita o que aúlla, un juego fisionómico que denota ante todo un esfuerzo desesperado para hacerse oír, pero que recuerda penosamente las imágenes de los dictadores y de los demagogos,sean del lado que sean, que desde hace medio siglo han envenenado nuestra vida. Uno de los ruidos del mundo moderno se agrega en seguida a los abucheos : un helicóptero que han solicitado da vueltas por encima del patio, llenándolo todo con el estruendo de sus hélices.
De otro salto, Mishima vuelve al balcón, abre de nuevo la puerta-ventana, seguido por
Morita, que lleva una bandera desplegada con las mismas peticiones y protestas, se sienta en el suelo, a un metro del general, y ejecuta punto por punto, con un perfecto dominio, los mismos movimientos que le vimos hacer en el papel del teniente Takeyama. El atroz dolor, ¿fue el que él había previsto y en el que trató de instruirse cuando fingió la muerte? Había pedido a Morita que no le dejase sufrir mucho tiempo. El muchacho abate su sable, pero las lágrimas le empañan los ojos y sus manos tiemblan. Sólo consigue infligir al agonizante dos o tres horribles cuchilladas en la nuca y en el hombro. «¡Dame!» FuruKoga empuña diestramente el sable y, de un solo golpe, hace lo que había que hacer. Mientras tanto Morita se ha sentado en el suelo a su vez y toma la daga que estaba en la mano de Mishima. Pero le fallan las fuerzas y sólo se hace un profundo arañazo. El caso está previsto en el código samurai : el suicida demasiado joven o demasiado viejo, demasiado débil o demasiado fuera de sí para hacer bien el corte, debe ser decapitado. «¡Adelante!» Es lo que hace Furu-Koga.

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