La decadencia de Nerón Golden, Salman Rushdie, p. 63
Había una vez un rey malvado que
hizo marcharse de su hogar a sus tres hijos y luego los encerró en una casa de
oro, sellando las ventanas con persianas doradas y bloqueando las puertas con
pilas de lingotes americanos y bolsas llenas de doblones españoles y estuches
de luises de oro franceses y cubos enteros de ducados venecianos. Pero los
hijos se acabaron convirtiendo en una especie de pájaros o serpientes con
plumas que salieron volando por la chimenea y quedaron libres. En cuanto
estuvieron fuera, sin embargo, descubrieron que ya no sabían volar y se desplomaron
dolorosamente en la calle, donde quedaron heridos y perplejos en la
alcantarilla. Se congregó entonces una multitud que no supo si tenía que
venerar o temer a aquellas serpientes-pájaro caídas, hasta que alguien tiró la
primera piedra. Después de que el diluvio de piedras matara a aquellos tres
metamórficos, el rey, a solas en la casa dorada, vio que todo el oro que tenía
en los bolsillos las pilas las bolsas y los cubos empezaba a brillar cada vez
más y por fin se incendiaba y se quemaba. La deslealtad de mis hijos me ha
matado, dijo mientras llamas se elevaban a su alrededor. Aunque ésta no es la única
versión de la historia. En otra versión los hijos no se escapaban, sino que
morían junto al rey en el incendio. En una tercera variante, se asesinaban
entre sí. En una cuarta, mataban a su padre y se convertían simultáneamente en
parricidas y regicidas. Es posible incluso que el rey no fuera del todo
malvado, o que tuviera algunas cualidades nobles además de las atroces. En
nuestra era de realidades disputadas con ferocidad no resulta fácil averiguar lo
que está pasando realmente o lo que ha pasado, cuál es la situación, no digamos
ya cuál es la moraleja o el significado de este cuento o de cualquier otro.
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