Primera cena
Yo, señor Aramburu, por las
razones que usted conoce, siendo niño pasé nueve años con unos parientes míos
de San Sebastián. Y fue de esta manera: que mi pobre madre, desamparada por
aquel mal hombre que fue su esposo; al cual me niego a nombrar en este escrito,
no podía mantenernos ni a mí ni a mis hermanos; buscó ayuda en el pueblo, no la
encontró y en consecuencia no tuvo más remedio que darnos a la Casa de
Misericordia de Pamplona.
Decía llorando que por unos
meses, pero nosotros sospechamos que mentía para hacernos la reclusión más
llevadera. Movidos por el cariño que le profesábamos, fingimos creer que dentro
de poco tiempo estaríamos de vuelta en casa. Ya que no es esta la historia que
a usted le conviene para su novela, la acortaré diciendo simplemente cómo mi
madre tenía una hermana que se había ido a trabajar de joven a una fábrica de
boinas de San Sebastián. Fue también criada en casa de unos franceses y no sé
qué más. Allí conoció a mi tío Vicente Barriola, que era originario de la
ciudad, más conocido por el apodo de Visentico. Se casaron y tuvieron dos hijos
No hay comentarios:
Publicar un comentario