4321 de Paul Auster, p. 205
“He leído tres libros desde que
estoy aquí -escribía en la última carta, fechada el 9 de agosto- y creo que los
tres son geniales. Dos de ellos me los envió mi tía Mildred, uno pequeño de
Franz Kafka que se titula La metamorfosis y otro más extenso de). D. Salinger
titulado El guardián entre el centeno. El otro me lo dio Gary, el marido de mi
prima Francie: Cándido, de Voltaire. El de Kafka es con mucho el más raro y más
difícil de leer, pero me ha encantado. ¡Un hombre se despierta una mañana y
descubre que se ha convertido en un insecto enorme! Parece una historia de
terror o ciencia ficción, pero no lo es. Trata sobre el alma humana. El
guardián entre el centeno es sobre un chico de instituto que deambula por Nueva
York. No ocurren muchas cosas, pero la forma de hablar de Holden (el
protagonista) es muy realista y verdadera, y no puedes evitar que te caiga bien
y pienses que ojalá fuera amigo tuyo. Cándido es un libro antiguo del siglo XVIII,
pero es disparatado y divertido, y me he
reído a carcajadas casi en cada página. Gary la ha calificado de sátira
política. ¡Yo digo que es fenomenal! Tienes que leerlo, y los otros también.
Ahora que los he leído todos, lo que me choca es lo diferentes que son los
tres. Todos están escritos con su propio estilo, y los tres son muy buenos, lo
que significa que no hay una sola forma de escribir un buen libro. El año
pasado, el señor Dempsey nos repetía que había dos formas, una buena y otra
mala; ¿te acuerdas? Puede que así sea con las matemáticas y la ciencia, pero no
con los libros. Cada uno los hace a su manera, y si tu forma de hacerlo es
buena, podrás escribir un buen libro. Lo interesante es que no puedo decidir
cuál de ellos me ha gustado más. Se supone que tendría que saberlo, pero no lo
sé. Todos me han encantado. Lo que significa, supongo, que toda forma buena es
válida.
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