Todo cuanto amé, Siri Hustvedt, p. 204
Violet insistía en que nuestros
cuerpos están construidos de ideas tanto como de carne, y que no cabe culpar a las
modas de la obsesión contemporánea con la delgadez, toda vez que no constituyen
sino una de tantas formas de expresión de una cultura más amplia. En una época
que ha conseguido asimilar la amenaza nuclear, la guerra biológica y el SIDA,
el cuerpo perfecto representa nuestra armadura: una armadura acerada,
reluciente e impenetrable. Violet reunía pruebas procedentes de vídeos de
ejercicios físicos y de anuncios de programas y de máquinas en los que se
empleaban términos tan reveladores como «glúteos de acero» y «abdominales a
prueba de balas». Santa Catalina había desafiado la autoridad de la Iglesia al
ayunar por amor a Jesucristo. Las muchachas de finales del siglo XX ayunan por
amor a sí mismas y en contra de sus padres y de un mundo hostil y sin fronteras.
En un mundo de abundancia, el cuerpo demacrado es testimonio de que su dueña se
encuentra por encima de los deseos ordinarios, mientras que la obesidad denota
la protección de un relleno capaz de proteger al cuerpo de cualquier ataque.
Violet citaba a psicólogos, analistas y médicos, y rebatía la extendida opinión
según la cual la anorexia en particular no es más que una tentativa errónea de
alcanzar la autonomía por parte de adolescentes cuyos cuerpos son focos de
rebelión contra aquello que no pueden manifestar. No obstante, las historias
particulares no bastan para explicar una epidemia, y Violet exponía una
persuasiva argumentación según la cual tras los trastornos de la alimentación
subyacen diversas alteraciones en el comportamiento social entre las que se
incluía la desaparición de los rituales de cortejo y de los códigos sexuales,
lo que despojaba a las jóvenes de sus formas y las tornaba vulnerables;
asimismo, desarrollaba su concepto de la «mezcla”, citando diversas investigaciones
en torno a los “Vínculos” y también estudios acerca de niños pequeños de
diversas edades para los que la comida se convierte en el elemento tangible de
una batalla emocional.
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