El ruido del tiempo, Julian Barnes, p.142-143
Nadie muere exactamente en el
momento adecuado, por supuesto: algunos demasiado pronto, otros demasiado tarde.
Unos cuantos aciertan más o menos el año, pero luego eligen la fecha totalmente
errónea. El pobre Prokóflev ... ¡morir exactamente el mismo día que Stalin!
Serguéi Serguéievich sufrió un ataque a las ocho de la noche y murió a las
nueve. Stalin murió cincuenta minutos más tarde. ¡Morir sin saber siquiera que
el gran tirano había expirado! Bueno, así veías tú a Serguéi Serguéievich. A
pesar de ser meticulosamente puntual, siempre estaba medio desfasado con
respecto al compás de Rusia. Así que su muerte había mostrado una
sincronización estúpida.
Los nombres de Prokóflev y
Shostakóvich siempre estarían vinculados. Pero a pesar de este lazo nunca
fueron amigos. En general, admiraban la música del otro, pero Occidente había
penetrado demasiado profundamente en Serguéi Serguéievich. Había abandonado
Rusia en 1918, y descontando breves
regresos -como cuando volvió con un par de pijamas desconcertantes- permaneció
alejado hasta 1936. A esas alturas había perdido el contacto con la realidad soviética.
Se imaginó que aplaudirían su patriótico retorno, que la tiranía se lo
agradecería ... , ¿cuánta ingenuidad había en eso? Y cuando les hicieron
comparecer juntos ante tribunales de burócratas musicales, Serguéi Serguéievich
sólo pensó en soluciones musicales. Le habían preguntado qué estaba mal en la
octava sinfonía de Dmitri Dmítrievich. Nada que no tuviera arreglo, contestó,
siempre pragmático: sólo necesita una línea melódica más clara, y habría que
suprimir el segundo y el cuarto movimiento. Y cuando le criticaron su propia
obra, su respuesta fue: miren, tengo múltiples registros, díganme cuáles
prefieren que utilice. Estaba orgulloso de sus facultades, pero no le estaban
preguntando por ellas. No querían que fingieses adhesión a sus gustos triviales
y a sus lemas críticos, desprovistos de sentido; te pedían que realmente
creyeras en ellos. Querían tu complicidad, tu acatamiento, tu corrupción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario