Jambalaya, Albert Forns, p. 114-115
Y ese totalitarismo
automovilístico responde a una táctica premeditada: durante los años treinta,
la ciudad de Los Ángeles, la capital mundial actual de la automóvildependencia,
tuvo una de las mejores redes de transporte público del mundo, con decenas de
líneas de autobús, centenares de tranvías ... Pero a partir de 1936 se inicia
un plan secreto de la General Motors y de otras empresas del gremio -desde las
petroleras hasta los fabricantes de neumáticos- para imponer el automóvil. Lo
hacen a través de otro holding aparentemente inocuo, el Nacional City Lines, que
empieza a comprar líneas y líneas de tranvías en decenas de ciudades
norteamericanas para desmantelarlas. Y lo mismo hacen con los autobuses,
compran líneas perfectamente rentables y las cierran, y empujan a la gente
hacia los coches particulares, y el gobierno, a construir más autopistas para
poder albergarlos. Es en ese momento cuando nace la primera ley universal del diseño
de autopista, “nunca construirás las suficientes”. Años más tarde, la General Motors
sería multada por emplear tácticas monopolísticas contra la competencia del
tranvía eléctrico, pero el mal ya estaba hecho.
Vivir al volante, conducir para
ir a trabajar, para ir al bar, para ir al supermercado. En América, el20% de las
comidas se toman en el coche. El éxito del modelo McDonald's, en realidad, es
que fueron los primeros en adaptarse a la fllosofía drive-through: eliminaron
de sus menús cualquier plato que tuviera que comerse con cubiertos, y ahí
nacieron las hamburguesas, las patatas y los refrescos que conocemos
actualmente. Hoy por hoy, los Estados U nidos son un drive-in de tres husos
horarios y nueve millones de kilómetros cuadrados, donde puedes sacar dinero en
cajeros automáticos desde el coche o comprar medicamentos y tabaco bajando la
ventanilla. Aquí conducir es caminar, hay barrios residenciales en los que no
puedes pasear, los vecinos llaman a la policía y viene una patrulla a interrogarte.
Si haces footing no te paran: correr es hacer algo.
En América sólo hay un lugar
donde pasear tranquilo: un centro comercial. Eso sí, tendrás que coger el coche
para llegar allí.
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