Pineocitoma
m. Med. Tumor de la glándula
pineal, poco frecuente y de crecimiento lento.
A menudo me veo obligado a hurgar
en el cerebro, y eso es algo que detesto hacer. Con unas pinzas bipolares,
coagulo los hermosos e intrincados vasos sanguíneos que recorren la brillante superficie del cerebro. Hago una
incisión con un bisturí pequeño y abro un orificio por el que introduzco una fina
cánula conectada al aspirador quirúrgico. El cerebro tiene una consistencia
gelatinosa, y el aspirador ha acabado siendo la herramienta principal del
neurocirujano. Observando a través del microscopio quirúrgico me abro paso poco
a poco por la sustancia blanca de la masa cerebral, en busca del tumor. La idea
de que mi aspirador avance a través del pensamiento en sí, de la emoción y la
razón, de que los recuerdos, los sueños y las reflexiones puedan formar parte
de esa gelatina, resulta demasiado extraña como para comprenderla. Mis ojos
sólo ven materia. Y, sin embargo, sé que si penetro por equivocación donde no
debo, en la zona que los neurocirujanos llamamos el «cerebro elocuente», cuando
acuda a la sala de recuperación después de la cirugía para comprobar mis
logros, me encontraré con un paciente con secuelas y discapacitado.
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