De También esto acabará de Milena Busquets, p. 151
Nos unimos a su grupo de amigos,
un chico y dos chicas, que me acogen amablemente, con la curiosidad socarrona y
afable típica del Empordá. Las mujeres, solteras, ninguna amarrada al
compromiso que se cuenta en años o en hijos y que amordaza la boca o suelta la
lengua -no he oído nunca a nadie hablar con más crudeza y crueldad de los
hombres que a las mujeres felizmente casadas-, hablan de tíos. Ellos las
escuchan jocosos y sarcásticos pero sin contestar con ninguno de los tópicos
irritantes, mayoritariamente falsos y aburridísimos que a veces nos atribuyen y
nos atribuimos .
-¿Tú qué buscas en un tío? -me
pregunta, de repente, la chica a la que no había visto nunca, una joven de
larga melena castaña, ojos oscuros y mirada hambrienta, con la familiaridad que
suelen provocar casi de inmediato entre mujeres las conversaciones de este
tipo.
Me quedo pensativa un momento,
sin saber si contestar en broma o en serio, deliciosamente consciente de la
presencia erguida y delicada de Martí, mucho más alto que yo, a mi lado.
-A mí me gustan los tíos que me
dan ganas de ser más lista de lo que soy. -Y añado en voz baja-: Normalmente me
dan ganas de ser más tonta.
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