De También esto pasará de Milena Busquets, p.169-170
A veces, me cuento la historia
que tú me contaste un día, sentada en mi cama, para consolarme de la muerte de
mi padre: Érase una vez que en un lugar muy lejano, tal vez China, había un emperador
poderosísimo y listo y compasivo, que un día reunió a todos los sabios del
reino, a los filósofos, a los matemáticos, a los científicos, a los poetas, y
les dijo: “Quiero una frase corta, que sirva en todas las circunstancias
posibles, siempre.” Los sabios se retiraron y pasaron meses y meses pensando.
Finalmente, regresaron y le dijeron al emperador. «Ya tenemos la frase, es la
siguiente: También esto pasará. Y añadiste: «El dolor y la pena pasan, como
pasan la euforia y la felicidad., Ahora sé que no es verdad. Viviré sin ti
hasta que me muera. Me diste los flechazos como única forma posible de
enamoramiento (tenías razón), el amor al arte, a los libros, a los museos, al
ballet, la generosidad absoluta con el dinero, los grandes gestos en los momentos
adecuados, el rigor en los actos y en las palabras. La falta total de sentido
de culpa, y la libertad, y la responsabilidad que conlleva. En casa, nunca
nadie se sentía culpable de nada, uno pensaba y actuaba en consecuencia y, si
se equivocaba, no valía sentirse culpable, se apechugaba con las consecuencias
y punto. Creo que jamás te escuché un “lo siento”. También me regalaste la risa
loca, la alegría de vivir, la entrega absoluta, la afición a todos los juegos,
el desprecio por todo lo que te parecía que hacía la vida más pequeña e
irrespirable: la mezquindad, la falta de lealtad, la envidia, el miedo, la
estupidez, la crueldad sobre todo. Y el sentido de la justicia. La rebeldía. La
conciencia fulgurante de la felicidad
en esos instantes en los que uno la tiene en la mano y antes de que eche a
volar de nuevo.
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