De Iluminaciones de Walter Benjamin, p.67
¿Qué fueron para mi mis primeros
libros? Para recordarlo tendría que olvidar primero todo lo demás que sé sobre
libros. Es verdad que todos mis conocimientos
de hoy sobre ellos descansan sobre la
disponibilidad con que me dejé penetrar por los libros; pero si bien contenido,
tema y materia son ahora cosas distintas del libro, antiguamente estaban sola y
exclusivamente en él, sin ser más externos o independientes que ahora su número
de páginas o el tipo de papel con que están hechos. El mundo que se manifestaba
en el libro y el libro mismo no debían separarse por ningún concepto. De manera
que, con cada libro, también estaban plenamente allí, al alcance de la mano, su
contenido y su mundo. Y, de manera similar, aquel contenido y aquel mundo
transfiguraban cada una de las partes del libro. Ardían en su interior, lanzaban su resplandor desde él; al
no estar simplemente situadas en su encuadernación o en sus ilustraciones,
quedaban encerradas como algo precioso en el encabezamiento y en la letra de
mayor tamaño con que comenzaba cada capítulo, en sus párrafos y en sus
columnas. No leías los libros de un tirón, sino que te detenías; los habitabas.
te quedabas prendido entre sus líneas y, al volver a abrirlos después de una
pausa te encontrabas por sorpresa en el
punto en el que te habías detenido.
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