El segundo día de diciembre de un
año en el que un hombre que se dedicaba al cultivo de cacahuetes en Georgia
hacía negocios en la Casa Blanca, uno de los mejores complejos hoteleros de Colorado
ardió hasta los cimientos. El Overlook fue declarado siniestro total. Tras una
investigación, el jefe de bomberos del condado de Jicarilla dictaminó que la
causa había sido una caldera defectuosa. En el hotel, que permanecía cerrado en
invierno, solo había cuatro personas cuando ocurrió el accidente. Sobrevivieron
tres. El vigilante de invierno, John Torrance, murió en el infructuoso (y
heroico) intento de reducir la presión de vapor en la caldera, que había
alcanzado niveles desastrosamente altos debido al fallo de una válvula de
seguridad.
Dos de los supervivientes fueron
la mujer del vigilante y su hijo. El tercero fue el chef del Overlook, Richard
Hallorann, que había dejado su trabajo temporal en Florida para ir a ver a Jos
Torrance porque, según sus propias palabras, había sentido cuna fuerte
corazonada» de que la familia tenía problemas. Los dos supervivientes adultos
resultaron gravemente heridos en la explosión. Solo el niño salió ileso.
Físicamente, al menos.
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