Cuenta mi admirado Juan Marsé una anécdota que me encanta: un día cualquiera, no en Sant Jordi, fue a firmar ejemplares de sus libros a unos grandes almacenes. Los organizadores del evento le sentaron detrás de una mesa con varias pilas de su última novela y desaparecieron. Fueron pasando los minutos y las horas sin que llegara ningún lector.
Finalmente, Juan vio con cierto alivio cómo se le acercaba una
mujer. Cuando estuvo delante de él, le preguntó: «¿Cuánto vale?» Juan le
respondió, solícito: «Pues no lo sé, unos quince euros, creo.» Y cogió uno de
los libros para cerciorarse del precio exacto. Entonces la mujer le miró
perpleja y exclamó: «¡No, no! ¡El libro no! ¡La mesa! ¡¿Cuánto vale la mesa?!»
Y era Juan Marsé, uno de los mejores escritores de este país.
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