LA CASA
Mírala desde el ojo del sueño. El
pasillo como centro geográfico y frontera. Estancias a los lados. Recórrelo sin
ser vista, de una punta a otra. O cruza, de una habitación a la de enfrente,
mediante un salto limpio. Arriésgate a entrar. Quizá ya hay alguien dentro, no
lo sabes. En caso de que sí, calla, recula. En caso contrario, no eches el
cerrojo. No hay cerrojo.
Mírala bien, antes de despertar.
Los puntos ciegos y las madrigueras. Palabras que significan justo lo contrario
de lo que aparentan, tramposillas. El peine que traza la ordenada raya en medio
y el revoltijo de pelos debajo del colchón. La puerta del armario que no cierra
del todo. La rendija que queda. Los ojos que espían.
No dejes de mirar, ahora que la
tienes ante ti, ardiendo tras los párpados. Calcula cuántos pasos hay entre una
esquina y su opuesta. Hazlo con precisión, es importante. Capta las diferencias
entre el clic del pomo al cerrarse y el clic al abrirse. Identifica el ronroneo
del teléfono justo antes del primer timbrazo. Ajusta el volumen de tu voz en la
respuesta, modula con cuidado el fingimiento.
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