Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 97. GRITO DE LLAMADA / LU SIN

Dos hermanos, cuyo nombre no quiero revelar, fueron amigos míos en los lejanos tiempos del bachillerato; luego de separarnos, con el paso de los años, acabé por perder su pista. Días atrás me entere casualmente de que uno de ellos se encontraba muy enfermo; de regreso a mi pueblo, di un rodeo para ir a visitarles, pero sólo encontré al mayor, quien me dijo que el que había estado enfermo era su hermano. Te agradezco mucho el que te hayas molestado en venir a vernos; mi hermano ya se ha recuperado y desempeña en estos momentos un puesto de funcionario suplente en cierto lugar. Me mostró riendo un diario en dos libretas, en el que, según él, se podía observar la pasada enfermedad de su hermano. No veía inconveniente alguno en que un viejo amigo tuviera acceso a este diario. Así que me lo llevé y nada más leerlo he sabido que la enfermedad de mi amigo no era otra que la llamada «manía persecutoria». El lenguaje del diario es confuso y desordenado, y abunda en absurdos; tampoco especifica fechas, aunque se ve que no ha sido escrito de una vez, dadas las diferencias en la tinta y en la letra. He seleccionado algunos de los fragmentos que ofrecen una relativa coherencia para que puedan servir como material a la investigación médica. No he cambiado ni un ideograma

INCIPIT 96. UNA MUJER EN JERUSALEN / ABRAHAM B. YEHOSHUA


A pesar de que el director de recursos humanos nunca pretendió enfrentarse a una misión así, resulta que ahora, a la suave luz del amanecer, comprende que tiene un significado inesperado para él. Y tras conocer la sorprendente petición de esa anciana con hábito de monja que permanece de pie junto a la chimenea agonizante, le invade el entusiasmo. Y esa Jerusalén, atormentada y desgastada, de la que salió hace una semana, de repente recupera su gran esplendor, aquel de sus años de infancia.
El motivo que dio lugar a esa maravillosa misión había sido un simple error burocrático que, tras la advertencia del redactor del periódico jerosolimitano, se podría haber subsanado con una explicación creíble, tal vez acompañada de una breve disculpa. Pero el dueño de la fábrica, un anciano enérgico de ochenta y siete años, se angustió al pensar en su reputación y para él esa mera disculpa, que podría haber hecho olvidar todo el asunto, no bastaba; por eso exigió a sus empleados -además de a sí mismo- que mostraran un verdadero arrepentimiento, el cual daría lugar a un viaje a una tierra remota.

INCIPIT 95. DE RATONES Y HOMBRES / JOHN STEINBECK

Unas millas al sur de Soledad, el río Salinas se ahonda junto al margen de la ladera y fluye profundo y verde. Es tibia el agua. porque se ha deslizado chispeante sobre la arena amarilla y al calor del sol antes de llegar a la angosta laguna. A un lado del río, la dorada falda de la ladera se curva hacia arriba trepando hasta las montañas Gabilán, fuertes y rocosas, pero del lado del valle los árboles bordean la orilla: sauces frescos y verdes cada primavera, que en las junturas más bajas de sus hojas muestran las consecuencias de la crecida invernal; y sicomoros de troncos veteados, blancos, recostados, y ramas que se arquean sobre el estanque. En la arenosa orilla, bajo los árboles, yacen espesas las hojas, y tan quebradizas que las lagartijas hacen un ruido semejante al de un gran chisporroteo si corren entre ellas. Los conejos salen del matorral para sentarse en la arena al atardecer, y los terrenos bajos, siempre húmedos, están cubiertos por las huellas nocturnas de los coatíes, y por los manchones donde se han
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INCIPIT 94. WASHINTON SQUARE / HENRY JAMES


Durante buena parte de la mitad de este siglo y, sobre todo, en su última mitad, floreció en Nueva York, en el ejercicio de su profesión, un doctor que gozó de una excelente posición dentro de la consideración general que se concede en los Estados Unidos a los miembros distinguidos del cuerpo médico. La profesión de médico ha sido allí siempre muy honrada y ha pugnado con más tenacidad que en cualquier otra parte por merecer el calificativo de "liberal". En un país donde, para obtener una posición en sociedad, resulta indispensable que uno se gane sus ingresos, o haga creer que se los gana, el arte de curar parece combinar en alto grado las dos fuentes de crédito reconocidas. Pertenece al terreno de lo práctico, lo que en sí ya es una gran recomendación en los Estados Unidos, y está iluminada por la luz d ela cienica, mérito éste muy apreciado en una comunidad en la que el amor al conocimiento no siempre ha estado acompañado del ocio y de oportunidades propicias.
El hecho de que la sabiduría y la habilidad práctica del doctor Sloper estuvieran perfectamente equilibradas era uno de los elementos que más influía en su reputación. Puede decirse que era un médico eminente, pero en sus recetas no había nada abstracto, pues siempre ordenada que el enfermo tomara algo.


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INCIPIT 93. ¡ABSALON, ABSALON¡ / WILLIAM FAULKNER


Desde poco después de las dos de la tarde y hasta casi la puesta del sol de aquella larga, aquietada, calurosa y cansina tarde de septiembre, estuvieron sentados en lo que la señorita Coldfield seguía llamando el despacho porque así lo había llamado su padre, una estancia mal iluminada, calurosa, sin ventilación, con las persianas cerradas, afianzadas desde cuarenta y tres veranos antes, porque cuando era niña alguien supuso y le hizo creer que la luz y el aire en movimiento esparcían el calor, y que la penumbra siempre era más fresca, y que ( a medida que el sol pegaba con más fuera por ese lado de la casa, que daba a poniente) se tornaba un enrejado de rayos de luz sesgados, cuajados de motas de polvo que a Quentin le parecían partículas de pintura vieja y seca que hubieran entrado al desprenderse de las persianas descamadas tal como el viento pudiera haberlas arrastrado. Había un emperrado del glicinia que ese verano había florecido por segunda vez sobre un espaldar de madera ante una de las ventanas, en el cual se posaban y echaban a volar los gorriones a rachas, al azar, emitiendo un vívido y polvoriento susurro antes de levantar el vuelo; frente a Quentin, la señorita Coldfiels con su luto
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INCIPIT 92. VIDA DE POETA / ROBERT WALSER

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Seis historias breves

I.De un poeta

Un poeta se inclina sobre sus poemas: ha hecho veinte. Pasa una página tras otra y descubre que cada poema despierta en él un sentimiento muy particular. Se devana penosamente los sesos tratando de averiguar qué es lo que planea por encima o en torno a sus poesías. Presiona, más no sale nada, golpea, mas no logra sacar nada, tira, pero todo sigue tal cual, es decir, oscuro. Se apoya sobre el libro abierto entre sus brazos cruzados y rompe a llorar. Yo, en cambio, el pícaro autor, me inclino ahora sobre su obra y descubro con infinita indeliberación en qué consiste el problema. Se trata simple y llanamente de veinte poemas, uno de los cuales es sencillo, otro pomposo, otro mágico, otro aburrido, otro conmovedor, otro delicioso, otro infantil, otro muy malo, otro bestial, otro inhibido, otro ilícito, otro incomprensible, otro repugnante, otro encantador, otro comedido, otro extraordinario, otro esmerado, otro abyecto, otro pobre, otro inefable y otro que ya no puede ser nada más, porque sólo son veinte poemas distintas que en mi boca han encontrado una valoración, si no precisamente justa, al menos rá-

LOS TENDALES DE LUISA

Luisa, ese monstruo de la interpretación femenina de qualité, nos presenta un nuevo tendal. Un tendal rural, del campo gallego, del rural, que se dice.
En este caso tendremos que arriesgarnos e interpretar, infrerir, deducir o inducir. Induzcamos, induzcamos: ¿de quién es este tendal? será de una Angel toda esta ropa blanca.
Y si es así, ¿qué tipo de angel será? Un serafín, un querubín, ángel, arcángel, gloria, trono, un o de los poderes o acso uno de sus reinos. Y el paño, qué: un paño de lágrimas, una servilleta de bebé, un vulgar trapo de la cocina.
Y ahora, para terminar, cantemos con Doris Day:
Chi sará sará..
Bicos 1.000
El autor
Que no os olvida...

INCIPIT 91. AGUA NEGRA /JOYCE CAROL OATES


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El Toyota alquilado, conducido con impaciente euforia por el Senador, corría veloz por la carretera sin nombre, no asfaltada, derrapando vertiginosamente en las curvas, cuando de repente y sin previo aviso se salió del camino y se precipitó en la negra corriente del agua donde, escorándose hacia el costado opuesto al del conductos, procedió a hundirse con rapidez.
¿Voy a morir? ¿Así…, de este modo?

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MAO TSE-TUNG. EL RETORNO

Algunas perlas de la última aparición de la UPG en Galicia, que recogemos de un artículo de El País.
"Rodríguez precisó su disposición a reconocer cualquier cambio, por mínimo que parezca, pero criticó sin reservas la "adulación impúdica de Obama" y reclamó la necesidad de contar con "capitanes propios" para alcanzar los objetivos del nacionalismo.El líder de la UPG, el partido que sirve de núcleo organizativo al BNG, aprovechó la clausura del congreso (el único acto abierto a la prensa en dos días de debates) para recordar que el nuevo presidente norteamericano tiene intención de mantener la ocupación militar de otros países, como es el caso de Afganistán, con el apoyo del Gobierno español, dispuesto a actuar como "monaguillo" de EE UU. "Nunca aceptaremos esa política", proclamó en medio de los aplausos del millar de asistentes.La clausura del congreso combinó la simbología clásica de la UPG (banderas rojas, el canto de la Internacional y del himno de Galicia, los saludos de delegaciones invitadas de partidos comunistas de Cuba, Perú y Uruguay, así como de los movimientos de liberación de Palestina y la República Saharaui) con una emotiva despedida a Bautista Álvarez, de 75 años, cofundador de la organización en 1964, y su presidente desde que cedió el mando de la organización a Francisco Rodríguez."
No nos resistimos a copiar y pegar un anaco de los Estatuos de la UPG:
"Artigo 3 A U.P.G., fundamenta o seu programa e guia a sua acción política nos princípios do Materialismo Histórico e da Dialéctica, aplicando-os criativamente ás condicións concretas de Galiza. Partindo das realidades do noso próprio país., o Partido toma en consideración a experiéncia histórica do movimento obreiro e anti-imperialista internacional e emarca a sua teoria e prática nos princípios ideolóxicos e políticos de Marx, Engels e Lénin"

INCIPIT 90. EL PAIS DEL MIEDO / ISAAC ROSA

La primera vez pensó que era un descuido. Tal vez al pagar el desayuno le dieron mal el cambio, o se le cayó un billete al sacar el dinero. La segunda vez se dijo que no podía ser un desuido. Rapsó los gastos que había tenido desde que la mañana anterios sacase dinero del cajero automático. No cuadraban las cuentas, faltaban 20 euros. La tercera vez pensó en un robo en la oficina. Solía dejar el bolso colgado del respaldo de la silla cuando iba al baño, o mientras estaba reunida en otro despacho. No era difícil que alguien se acercara y aprovechando su ausencia metiese la mano, sacase la cartera y tomase un billete, con la precaución de no llevarse todo el dinero, calculando la cantidad para que no se notase la ausencia de lo sustraído. No tenía motivos para sospechar de nadie, aunque había compañeros que apenas conocía, la movilidad laboral era alta, la gente duraba poco en aquella empresa, lo que añadía el desapego y resentimiento necesarios para que alguien decidiese robar en su lugar de trabajo. Pero hoy, ya la cuarta vez, sara tiene la seguridad de que no ha sido en la oficina donde le han quitado el dinero que echa de menos. No ha pisado el despacho en todo el día, dedicada a llevar papeles a varias direcciones, desplazamientos

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INCIPIT 89. TODO FLUYE / VASILI GROSSMAN

El tren procedente de Jabarovsk llegaba a Moscú a las nueve de la mañana. Un joven en pijama se rascó la cabeza desgreñada y miró por la ventanilla la penumbra de la mañana otoñal. Luego, bostezando, se dirigió a las personas que hacían cola en el pasillo con toallas y jaboneras en la mano.-Ciudadanos, ¿quién es el último?Detrás del tipo que sostenía un tubo de dentrífico retorcido y un trozo de jabón envuelto en papel de periódico, le explicaron, iba una mujer corpulenta que se había ausentado momentáneamente de la cola.-¿Por qué hay sólo un baño abierto? -preguntó el joven-. Nos acercamos al final del trayecto, a la capital, pero los encargados de los vagones sólo se ocupan de intercambiar mercancías; no tienen tiempo para atender a los pasajeros como es debido.Al cabo de unos minutos apareció la mujer corpulenta que vestía una bata, y el joven le dijo:-Ciudadana, voy detrás de usted. Mientras tanto me vuelvo a mi compartimento, así no doy vueltas por el pasillo.Una vez allí, el joven abrió una maleta anaranjada y admiró su contenido.Uno de sus compañeros de compartimento, de nuca gorda e hinchada, roncaba; otro, un joven calvo

INCIPIT 88. LA HISTORIA DE LISEY / STEPHEN KING

I

Lisey y Amanda.

(Todo sigue igual)

Los cónyuges de los escritores famosos son casi invisibles al ojo público; nadie lo sabía mejor que Lisey Landon. Su esposo había ganado el Pulitzer y el Premio Nacional de Literatura pero, en cambio, Lisey tan solo había concedido una entrevista de verdad en toda su vida, concretamente para la conocida revista femenina que publica la columna titulada «Sí, estoy casada con Él». Se pasó más o menos la mitad de las quinientas palabras del artículo explicando que su nombre (una abreviatura de Lisa) rimaba con «Sisi», mientras que la otra mitad se centraba en su receta de rosbif asado a fuego lento. Su hermana Amanda comentó en su momento que la fotografía que acompañaba el artículo la hacía parecer gorda.

Ninguna de las hermanas de Lisey era inmune a los placeres que proporciona meter cizaña («hurgar en la porquería», como siempre decía su padre) o chismorrear sobre los trapos sucios ajenos, pero la única a quien a Lisey le costaba querer era precisamente Amanda. Esta, la mayor (y más peculiar) de las hermanas Debusher, de Lisbon Falls, en la actualidad vivía sola en una casa que le había comprado Lisey, una vivienda pequeña y bien aislada cerca de Castle View, donde Lisey, Darla y Cantata podían tenerla controlada. Lisey se la había comprado hacía siete años, cinco antes de que Scott muriera. Muriera Joven. Muriera

¿JAMESIANA?


Ciertamente, HJ ve esto y le da un patatús; o no: el autor que quiso entrar en la escena londinense podría verse reconfortado por su éxito en el cine. Aunque esto ya es lo más: ¡palomitas¡. regalan palomitas al comprar Retrato de una dama. ¿Un guiño a Las alas de la paloma? Qué regalarán con ésta.
En fin, ese gran conocedor del alma femenina, ese eslabón entre el asombro de la mujer en Flaubert y el apocalipsis femenino de Proust -la Verdurin convertida en Princesa de Guermantes¡¡-, qué diría ante esto.
Pues esta noche ya nos vemos todos, sentados en el sofá, como los Simpons, el retrato en la televisión: nunca sobra una ocasión de repasar la historia de Isabella. De disfrutar con Nicole, en aquellos años en que tenía que estar guapa y nada más, para Tom Crisis. De sorprendernos con Malkovich, ese malvado supremo, ese Snopes avant la lettre. De admirar a Madame Temple, esa malísima, una de las grandes imágenes del mal que nos ha dado HJ. El autor que ha sido un gran estudioso del mal, del horror, el horror. Ya desde sus inicios, ya desde aquel asesinato de El americano; y despúes todos esos malvados, hasta llegar a ese otro asesinato, esa muerte de la paloma en Venecia.
Y la triste respuesta de la mala al malo en Londres: al final, ella ha vencido: la paloma tapa con sus alas a los gavilanes.

LOS TENDALES DE LUISA


Hola amigos.
Inauguramos hoy, con esta magnífica foto, una nueva sección en vuestro blog; la llamaremos Los tendales de Luisa y en ella Luisa Veira, la insigne artista de variedades, nos irá mostrando, tendiendo digamos, imágenes de nuestra tierra, esta Galicia que tanto queremos.
"Eu canto a Galicia
terra dos meus pais.
Eu canto a Galicia
miña terra nai.
Canto as tuas ribeiras
que me fan chorare"
Pero que bonito era aquello, aquellas canciones de antiguamente, de cuando se iba a clarear la ropa. Qué ilusión me hacía acompañar a mi madre a la huerta de Don Francisco, para echar agua a manotazos sobre la ropa blanca: a eso se le llamaba clarear la ropa.
Luisa, buenos días y buena suerte

POUR JB, IN MEMORIAM

"Y a partir de entonces, Riad aprendió a leer. Su maestro le enseñó en primer lugar que figura no significa tan sólo rostro humano, sino que también existen las figuras de dicción que se llaman prótesis, epéntesis, paragone, aféresis, síncope, apócope, metátesis, diéresis, síntesis y contracción, Y también figuras de construcción, que se llaman elipse, zeugma, sílepsis, hipérbaton y pleonasmo. Y figuras de palabra o tropos, que se denominan metáfora, ironía, alegoría, alusión, catacresis, hipalage, sinécdoque, metonimia, eufemismo, antonomasia, metalepsis y antífrasis. Y finalmente, las figuras de pensamiento, llamadas antítesis, apóstrofe, epifonema, sujeción, obsecración, hipérbole, lilote, prosopopeya e hipotiposis.”
La gota de oro / Michel Tournier. Alfaguara, 1988. p.250

FRASE DE LA SEMANA

Si buscas la verdad, prepárate para lo inesperado, pues es difícil de encontrar y sorprendente cuando la encuentras.
HERACLITO

FRASE DE LA SEMANA PASADA

"... Es que adivino el porvenir. Es que la antítesis se yergue sin cesar ante mis ojos. Nunca vi a a un niño sin pensar que ese niño terminaría por convertirse en un viejo, ni una cuna sin recordar una tumba. La contemplación de una mujer desnuda me hace soñar con sus esqueleto"

GF a LC, agosto de 1846

INCIPIT 87. EL MAYORAZGO DE LABRAZ / PIO BAROJA

LABRAZ
De un cabo, la cerca el río,
y del otro, la atalaya;
del otro, catorce cubos;
del otro, la barbacana
(Romancero de Labraz)

Una tarde de agosto fui a visitiar Labraz, pueblo de la antigua Cantabria.. Me habían dicho que era una ciudad agonizante, una ciudad moribunda, y mi espírutu, entonces deprimido por la amraga tristeza que deja el fracaso de los ensueños románticos, querçia recrearse con la desolación profunda de un pueblo casi muerto.
La ciudad apareció a lo lejos, con su caserío agrupado en la falda de una colina, destacándose en el cielo con color amarillento, con traza humilde y triste; algunas torres altas y negruzas se perfilaban enhiestas entre la masa parda de sus tejidos torcidos y roñosos.
Fui acercándome a Labraz por una carretera empinadísima, llena de pedruscos, que subía primero y rodeaba

INCIPIT 86. LA CAMPANA DE CRISTAL / SYLVIA PLATH

Era un verano extraño, sofocante, el verano en que electrocutaron a los Rosenberg y yo no sabía qué estaba haciendo en Nueva York. Les tengo manía a las ejercuciones. La idea de ser electrocutada me pone mala, y eso era lo único que se podía leer en los periódicos, titulares que como ojos saltones me miraban fijamente en cada esquina y en cada entrada al Metro, mohosas e invadidas por el olor de los cacahuetes. No tenía nada que ver conmigo, pero no podía evitar preguntarme qué se sentía al ser quemado vivo de la cabeza a los piesPensé que debía ser la cosa más terrible del mundo.Nueva York era bastante desagradable. A las nueve de la mañana la falsa frescura campestre que de algún modo rezumaba durante la noche, se evaporaba como la parte final de un dulce sueño. Color gris espejismo en el fondo de sus desfiladereos de granito, las calles calientes reverberaban al sol,mientras las capotas de los coches se chamuscaban y brillaban y el polvo seco y ceniciento se metía en los ojos y en la garganta.Seguí oyendo hablar de los Rosenberg por la radio y en la oficina hasta que ya no pude apartarlos de mi mente. Era como la primera vez que vi un cadáver.
Durante semanas, la cabeza del cadáver -o lo que quedaba de ella- flotó entre los huevos con tocino de mi desayuno y

LA LAPIDA 735

Es una mañana oscura. El frío se ha aplacado. He venido a traerle una rosa a JLB. El cementerio está en la zona de Pleinpalais, no muy lejos del Gran Teatro. Soy el único caminante por esas sosegadas callejas y estos amplios, sosegados jardines. El viento arranca un rumor continuo de los árboles. Me acuerdo de aquel cuento súbito antologado por el propio Borges en su Antología de la literatura fantástica: un solo hombre queda vivo en la Tierra; de repente llaman a la puerta. Me sentiría el único hombre vivo de Ginebra si esta mañana no se me hubiera ocurrido mirarme en el espejo: me dio la impresión de estar desdibujándome. No me cuesta demasiado encontrar el lugar donde está enterrado Borges, bajo una piedra blanca clavada en la tierra y sin pulir. Una lápida rúnica. La suya es la tumba número 735. En la cara delantera, el nombre del escritor arriba, en el centro siete guerreros grabado encerrados en un círculo, como una moneda extraña. Debajo hay una inscripción vikinga: “… and ne forhtedon na”. Significa: “.. y que no temieran nada”. En el reverso de la lápida hay un verso de la Volsunga Saga que Borges utilizó como cita con la que abrir su relato Ulrica. Dice: “Hann tekr sverthit Gramo k legar i methal tierra bert”, O sea: “Empuña su espada y la sitúa entre los dos desnudo”. También hay una nave vikinga y una dedicatoria: “De Ulrica a Javier Otálora”. La adivinanza tiene fácil solución. Basta leer el cuento de Borges y confundir los nombres, leer Borges donde dice Otálora y Maria Kodama donde diga Ulrico. Dejo mi rosa entre las flores que guardan el sueño de Borges, ese sueño que transitamos todos, y le deseo suerte, le deseo que no lo maltraten ni abrumen los cientos de profesores y entendido que en aquel año inminente de 1999, centenario de su nacimiento, van a acercarse a su obra con afanes forenses, y le agradezco las cientos de horas de placer e inquietud que le debo, los muchos versos suyos que le acompañan, las decenas de escritores a los que me acerqué porque él me los recomendaba.
Vive la vía, de Juan Bonilla, p. 81-83.

NABOKOVIANA

Imaginarme por estas plazas y calles refrescadas por el aliento del lago a Vladimir Nabokov, actúa de tónico en mi interior: voy siguiendo la sombra del autor de Habla memoria por los muelles oscurecidos de sombra vegetal, me asomo al bien conservado barrio antiguo, un laberinto de callejas en la parte alta de la ciudad, por avenidas transitadas por lujosos deportivos y muchachada esbelta izada sobre patines supersónicos. Dos son los lugares a los que me propongo acudir: el hotel Palace, en el que el matrimonio Nabokov se instaló en el año 1961 para no abandonarlo hasta la muerte, y el cementerio de Clarens, donde una urna contiene los restos del matrimonio Nabokov (antes de morir, Vera Nabokov pidió que sus cenizas se mezclaran con las de vladimir Nabokov; cuando aconteció su muerte, al hijo de los Nabokov, Dmitri, le resultó muy complicado encontrar la urna con los restos de su padre y no se le ocurrió otra cosa que telefonear a su madre para preguntarle dónde había que buscarla, sin reparar en que su madre ya no era más que una cablagata de recuerdos y un montón de cenizas que esperaban que Dmitri se las arreglase para no equivocar el lugar donde había de derramarlas)
Juan Bonilla: Vive la vía : Academia Zaratustra, p. 53

TRAMPA 22

FRASE DE LA SEMANA PASADA

Si necesito una dama de quien enemorarme, aquí tengo el recuerdo de Aldonza Lorenzo, la hija de Lorenzo Corchuelo, que me gustó hace 25 o 30 años. De ésta será de quien me finja enamorado.
MdC

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