Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

PADRES E HIJOS


Fin, KO Knaugard, p. 332
La relación entre padres e hijos se puede comparar a la que existe en los aeropuertos entre aduaneros y pasajeros; los aduaneros ven llegar a los pasajeros por la sala de llegadas a través de una ventana y pueden seguir con la mirada todo lo que hacen, mientras que los pasajeros, mirando a la misma ventana desde el otro lado, sólo se ven a ellos mismos. Un niño no puede aprender nada de sus padres, lo mejor que puede esperar es no repetir sus errores. Mi padre escribió en el diario que él había pegado y que le habían pegado. Una afirmación de esta clase es, si es que es algo, un argumento en contra de la idea de que el ser humano es una criatura racional, dirigida por la razón. Si él vivió como algo doloroso el hecho de que de niño le pegaran, ¿por qué entonces pegó él también? Tal vez sea la capacidad de compasión, la capacidad de entender que los demás sienten como uno mismo, y que esos sentimientos pueden ser tan importantes y ser tratados con la misma seriedad que los de uno mismo, la que se ha destruido. Al principio, uno está cerca del mundo, creo, pero si la confianza se rompe, uno busca refugio muy dentro de sí mismo, como aislado de lo que ocurre fuera, y esa distancia que entonces se establece será difícil de vencer. Pero una relación así, entre agravios en la infancia y muy alejada del mundo en la personalidad más adelante, sólo queda evidente como razonamiento en el sistema en el que rigen las reglas del mismo, no en la realidad, que está abierta y carece de líneas. Cuando yo aborrezco la intimidad y toda clase de reacciones emocionales, y en todas mis relaciones antes o después he ido buscando lo neutro, lo comedido, lo despejado, no es que ese aborrecimiento sea irreal, un síntoma de que se ha roto la relación con el padre o la madre. No, si yo aborrezco la intimidad y las reacciones emocionales es porque realmente aborrezco la intimidad y las reacciones emocionales, no quiero nada de eso, no quiero estar cerca de eso, y la distancia que entonces anhelo es un bien, a veces casi el mayor bien de todos. El deseo sexual es el único que elimina la necesidad de límites, sólo en él soy capaz de sobrepasar el miedo a la intimidad y la necesidad de distancia, y acercarme a otra persona.

BEBIDA


Fin, KO Knausgard, p.331
Es fácil ser rico para el que tiene mucho dinero, es fácil ser bueno para el que es íntegro, pero para los otros, que no son íntegros, la bondad ni les cabe en el horizonte, quizá ni siquiera haya ningún horizonte, ningún arriba, ningún abajo, nada bueno, nada malo, sólo ira, dolor o tedio, porque algo dentro de ellos está roto, realmente jodido, están envueltos en toda clase de sentimientos imprevisibles y su vida es algo por lo que están luchando de espaldas al mundo, si no se han resignado ya. Hay muchos que luchan por la vida, otros tantos que se han resignado, y el resto, los que no conocen el dolor o la ira, están sentados viendo la televisión y disfrutando con su propia bondad. Cuando pienso en ello, en qué hemos convertido el mundo, en un gran salón en el que estamos mirando fijamente lo que hacen otras personas, pienso en lo que dijo mi padre en una ocasión, ardiente de ironía, estando con la barbacoa en el jardín, él, mi madre y yo, la encarnación misma de la felicidad y el bienestar. ¡Ahora sí que estamos bien! ¿A que sí? Y cuando pienso en ello pienso que él hizo lo correcto. Al diablo la sensatez, al diablo todo, beberé hasta caer de bruces. Beberé hasta entrar en la niebla, beberé hasta entrar en la oscuridad, beberé hasta entrar en el vacío, porque el vado será vencido por el vado. Bebo y me caigo, me caigo y bebo. Todo está jodido, todo es una mierda, las personas son idiotas, al infierno con ellos, bebo hasta ser más tonto que ellos. Todos son insignificantes y yo bebo hasta volverme más insignificante que ellos. Porque mientras bebo y me hago cada vez más insignificante, mi sombra en la pared se hace cada vez más grande, hasta el momento en que me muera y me quede sentado en el sillón con la nariz rota y sangre en la cara y en la pechera, cuando yo no soy nadie y mi sombra lo es todo.

MARQUISMO


Fin, KO Knausgard, p. 274
Eso ocurría con casi todo. Sabía qué sofás emitían estas o aquellas señales, lo mismo ocurría con teteras y tostadores, zapatillas de deporte y mochilas escolares. Incluso deberla saber evaluar más o menos bien las tiendas de campaña, en relación con la clase de señales que emitían. Estos conocimientos no estaban escritos en ninguna parte, y apenas eran aceptados como tales, eran más bien una constatación del estado de las cosas, y fluctuaban según las capas sociales, de manera que alguien que pertenecía a la clase alta podia reprobar mis conocimientos y preferencias en cuanto a sofás, de la misma manera que yo podia reprobar el gusto en sofás de personas que pertenecían a grupos sociales más bajos que el mío, no menospreciándolas a ellas como personas, porque eso jamás se me ocurriría, sino a sus sofás. A lo mejor ni siquiera lo diría, ya que no quiero parecer prejuicioso, pero lo pensaría, Dios mío, qué sofá tan horrible. Estos conocimientos de casi todas las marcas y su importancia práctica y social eran enormes, y alguna que otra vez pensaba que en la forma no diferlan mucho de los conocimientos que tenían los llamados pueblos naturales en sus tiempos, que no sólo conocían el nombre de cada planta, árbol o arbusto de su entorno, sino también sus propiedades y qué uso podían darle, o esos conocimientos que poseían las personas de nuestra civilización hace sólo unas generaciones, por ejemplo en el siglo XVIII, cuando la mayoria también sabia el nombre de todas las plantas y árboles de su entorno, y el nombre de todas las personas que vivían en su mismo pueblo, tanto de los vivos de todas las familias como de los muertos de las últimas generaciones, y el nombre de todos los lugares pequeños y grandes de las cercanías. Y obviamente también conocían el nombre de las herramientas que empleaban, de las tareas que les concernlan y de todos los animales y rodas las partes y órganos de los animales. Estos conocimientos no eran nada sobre lo que pensaban, nada que exhibian, porque no sabian que existían, tan íntimamente relacionados con ellos estaban. Lo mismo ocurre con la enorme cantidad de conocimientos que poseemos, por ejemplo, de la diferencia entre una mostaza fuerte o una mostaza suave, una salchicha asada en la barbacoa o frita, una salchicha con queso dentro o con beicon alrededor, pan o torrija, cebolla cruda o frita en la gasolinera, o sobre la diferencia entre las distintas clases de mostaza de un supermercado, como mostaza francesa tipo Dijon, la Colman's inglesa o la mostaza de Escania, por no mencionar los vinos, culturalmente tan expresivos y socialmente tan saturados de significado. Tampoco pensarnos en los conocimientos necesarios para pasar un día, no los vemos, forman parte de nosotros, del ser que somos. Ése es nuestro mundo: Blaupunkt, no anémona azul. Rammstein, no rábano. Rover, no roble.

LA MIRADA


Fin, KO Knausgard, p. 329
En un diario que encontramos entre sus cosas después de su muerte, escribió sobre «la persona solitaria». Afirmaba que sabía distinguir la persona solitaria de otras personas, y era obvio que se consideraba a sí mismo una de ellas. También escribió sobre el trato en culturas de más al sur, que era más incluyente y social que el escandinavo, y no se podía leer más que como una expresión de que él anhelaba esa clase de vida. El hecho de que empezara a beber también tendría que ver con eso. Libertad, ausencia de ataduras, comunidad. La diferencia más radical en su vida antes y después de dejar nuestra familia fue, aparte del consumo de alcohol, toda esa vida social y toda esa gente que de repente formaban parte de su vida. Fue un nuevo comienzo, un último intento, pero el alcohol no era sólo una bendición, un regalo de  gracia, porque al poco tiempo sentía deseos de beber nada más levantarse, o no deseos, era más bien una necesidad, algo a lo que se veía obligado. Durante los fines de semana bebía desde que se levantaba hasta que se acostaba, los días de diario al principio conseguía refrenarse, no bebía por la mañana, luego empezó a volver a casa a la hora del almuerzo para beber un poco y seguía bebiendo toda la tarde, cada vez le costaba más resistirse, y al final, tras muchos años, se dio por vencido y lo mandó todo a la mierda. Pero todo empezó abajo, en su estudio, su necesidad de soledad, de mantener a distancia el mundo cercano, imposible de combinar con su anhelo de una vida social, era algo que no pudo reconocer o admitir hasta cerca del final, cuando de todas formas todo estaba perdido. Se metió en un túnel, el mundo se le fue estrechando y lo perdió todo, también a causa de una delirante agresividad y destructividad, según tengo entendido, que al final dirigió hacia dentro de él, y así se derrumbó, completamente fuera de la sociedad, de vuelta en esa casa donde todo empezó, a solas con su madre, en una continua corriente de bebida. El sacerdote que lo enterró dijo algo que nunca olvidaré. Lo importante es fijar la mirada, dijo. Lo importante es fijar la mirada.Lo importante es fijar la mirada.

GRECIA


Fin, KO Knaugard, p. 319
Por esa razón la Antigüedad griega ha sido un punto de referencia en la civilización occidentaldurante más de dos mil años y sigue siéndolo; en ella se formaron muchas de nuestras ideas sobre el mundo y los seres humanos. La historiografía, la filosofía, la política, las ciencias naturales; todo viene de ella. Lo único en nuestra cultura que no viene de ella es la religión, que es judía, y la máquina, que es nuestra. No es de extrañar que una cultura tan magistral como la griega, con todas sus innovaciones teóricas, mirase con cierto desprecio la religión, pero que con su gran capacidad para la artesanía se mostrase tan indiferente ante la tecnología si resulta extraño, al menos a primera vista. Pero si se acepta la idea de Arendt de que buscaban la libertad en lo público, y alli encontraron lo verdaderamente humano, en aquello que podía exhibirse ante todo el mundo, mientras que en todo lo que tenia que ver con el sustento, relacionado con las necesidades materiales de las personas, vieron falta de libertad y necesidad, resulta fácil entender su inexistente interés por la mecánica, la tecnología y las habilidades prácticas en general. Los griegos inventaron la democracia, pero fueron incapaces de imaginarse el váter. Igual de notable resulta el hecho de que los que inventaron la historia no conocieran el diario. Pero tampoco se puede decir que todo lo referente al hogar quedara en la sombra como si fuera una especie de zona de la realidad no expresada, y que sólo lo que ocurría en público tuviera validez por ser formulado a todo el mundo, porque también lo privado tenia su escenario en la Antigüedad: el drama, o mejor dicho, la comedia, que se ocupaba de lo bajo y se basaba en reconocerse. La libertad que se encuentra en la risa es muy distinta a la que se encuentra en la exhibición de virtudes, y quizá por eso Arendt no lo menciona, porque no intenta alcanzar nada, no crea nada, no cambia nada, no destaca nada, sólo existe para el momento y no tiene otra intención que hacerlo soportable.

NORUEGA


Fin, KO Kanusgard, p. 220
Acababa de publicarse un estudio que mostraba que entre los alumnos de la escuela sueca las diferencias no habían sido nunca tan grandes como ahora. La brecha entre los alumnos más competentes, para quienes el futuro se muestra prometedor, y los alumnos más flojos, a los que al parecer les espera una vida alejada de las zonas del poder y de la riqueza, aumenta de año en año. La tendencia del estudio es más clara que el agua: los alumnos más aventajados son los que provienen de familias suecas, los más flojos son los que provienen de familias de inmigrantes. Porque aunque se pretende evitar ofender a personas de otras naciones y otras culturas, yendo hasta el extremo de borrar todo lo que sea sueco, sólo ocurre en el mundo de los símbolos, en el mundo de la bandera y el himno; el mundo real, en cambio, muestra que todos los que no pertenecen a la clase media sueca, enemiga de las diferencias, son oprimidos y marginados: la mayoría de los inmigrantes en Malmü, tan bienvenidos, viven en pisos miserables de barrios que parecen guetos en las afueras, donde el paro es grande y las perspectivas de futuro oscuras. También ocurre que a la clase media, tan hostil a las diferencias, no le gusta mucho que sus hijos vayan a los colegios a los que van los hijos de los inmigrantes, con lo que aumenta aún más la segregación, que se traspasará a la slguiente generación. Muchos niños inmigrantes tienen padres sin ninguna formación, y lo que la escuela sueca consideraba antes esencial,  es decir, suprimir las diferencias, dando las mismas posibilidades a los aventajados que a los menos dotados, ya se ha eliminado como con el resultado de que los que tienen reciben y los que no no reciben. La igualdad en Suecia tiene lugar en la clase media, la que se está igualando; fuera de la clase media, la igualdad sólo en el lenguaje, que es elaborado por esa misma clase. En Suecia más grave que algo ocurra en el lenguaje a que ocurra en la El que rija una moral en el lenguaje y otra en la realidad es lo antes se llamaba doble moral.

ELPENOR


Fin, KO Knausgard, p. 154
El nazismo fue el último gran movimiento político utópico que ha existido, y el que resultara destructivo en casi todos los sentidos ha hecho que todo pensamiento utópico posterior sea problemático, por no decir imposible, no sólo en la política, sino también en el arte, y como el arte en su esencia es utópico, desde entonces está en crisis, es decir, siempre está haciendo examen de conciencia, siempre resulta sospechoso, algo que muestra la novela de Handke y casi todas las novelas escritas por autores de su generación. ¿Cómo representar la realidad sin conferirle algo que no tiene? ¿Qué es lo que «tiene» y no «tiene>>? ¿Qué es real, qué es no-real? ¿Dónde está el límite entre lo escenificado Y lo no escenificado? ¿Existe tal límite? ¿El mundo es algo más que las ideas que tenemos de él? La lengua no tiene vida en sí, no está viva por si misma, la evoca, y la verdadera escena original, la base de la literatura creadora, se encuentra en la Odisea, cuando Odiseo y su tripulación atracan en el río Océano, después de haber estado visitando a Circe, y Odiseo invoca a los muertos en la playa. La sangre corre oscura dentro del agujero y las almas muertas empiezan a reunirse alrededor. Odiseo ve chicas jóvenes vestidas de novia, jóvenes guerreros con armaduras ensangrentadas y hombres viejos, sus gritos son aterradores, el miedo lo invade. El primero al que identifica es a Elpénor, que murió en el palacio de Circe y no fue enterrado. Cuenta su historia que se emborrachó, se cayó del tejado, se rompió el cuello y murió. El siguiente con quien habla Odisea es Tiresias, el adivino que presagia el futuro, y luego está su propia madre, que bebe sangre y reconoce a su hijo y cuenta cómo murió. Odisea quiere abrazarla, se acerca tres veces a ella, tres veces ella huye de él, como un sueño o una sombra. Cuenta que los tendones ya no mantienen unidos la carne y los huesos, la pira funeraria ha convertido su cuerpo en cenizas, lo único que queda es el alma, que ondea por todas partes. La literatura invoca al mundo como Odisea invoca a los muertos, y sea cual sea la manera de hacerlo, la distancia es siempre insalvable y las historias son siempre las mismas. Un hijo pierde a su madre hace tres mil años, un hijo pierde a su madre hace cuarenta años. El que una historia sea ficción y la otra realidad no cambia el parecido fundamental, ambas surgen del lenguaje, y con esa perspectiva, todos los esfuerzos por parte de Handke de evitar lo literario son en vano, no hay nada en su descripción de la realidad que sea más real que la de Homero. Pero tampoco es eso lo que busca.

DEL SUFRIMIENTO


Fin, KO Knausgard, p. 231
-En los años noventa tuvieron problemas con los elefantes en África -dije-. No sé si había demasiados o qué pasaba, pero lo cierto es que el gobierno puso en marcha un programa. Mataron a tiros a todos los elefantes adultos, capturaron a las crías y las trasladaron a otra región del país. Esos elefantes son ya adultos, y están muy traumatizados. Son agresivos, fieros y asociales. Todos tienen síntomas de trastorno postraumático, lo que significa que son sensibles. Vieron morir asesinados a sus padres, y los elefantes reaccionan siempre cuando muere alguno de la manada, están fuera de sí, se pasan varios días dando vueltas en torno al lugar donde se encuentra o se encontraba el elefante muerto. También son muy sociales, de modo que cuando las crías vieron morir a sus padres y luego fueron trasladadas solas a otra región, se desequilibraron. No están bien. Están enfadados y son destructivos.
-¿Y qué quieres decir con eso? ¿Que soy sensible aunque mi piel sea gruesa? ¿O que una infancia traumática deja huellas para siempre en la vida, ya seas un elefante o una cabra de Tromoya?
-Ni lo uno ni lo otro. Simplemente se me ocurrió. Me impresionó. Y pensé que podría interesarte, puesto que has escrito sobre trastornos de estrés postraumático.
-Resulta demasiado delicado para mi gusto. Y tampoco estoy del todo seguro de que el hecho de que los elefantes también lo sufran haga que el fenómeno sea más o menos importante.
-Más. Es universal.
-Bueno, entonces también limita nuestra libertad de acción. Si los elefantes se traumatizan, también pueden traumatizarse los árboles. Ahí están, deprimidos en el bosque después de que ese bonito árbol que tenían al lado fuera cortado en Nochebuena. Por otra parte, no hay nada que nos diga que no podamos mandarlo a freír espárragos. Como dice Nietzsche, la compasión no hace sino aumentar el sufrimiento en el mundo. En lugar de sufrir uno, sufren dos.

ODISEO


Fin, KO Knausgard, p.154
El nazismo fue el último gran movimiento político utópico que ha existido, y el que resultara destructivo en casi todos los sentidos ha hecho que todo pensamiento utópico posterior sea problemático, por no decir imposible, no sólo en la política, sino también en el arte, y como el arte en su esencia es utópico, desde entonces está en crisis, es decir, siempre está haciendo examen de conciencia, siempre resulta sospechoso, algo que muestra la novela de Handke y casi todas las novelas escritas por autores de su generación. ¿Cómo representar la realidad sin conferirle algo que no tiene? ¿Qué es lo que «tiene» y no «tiene»? ¿Qué es real, qué es no-real? ¿Dónde está el límite entre lo escenificado y lo no escenificado? ¿Existe tal límite? ¿El mundo es algo más que las ideas que tenemos de él? La lengua no tiene vida en sí, no está viva por sí misma, la evoca, y la verdadera escena original, la base de la literatura creadora, se encuentra en la Odisea, cuando Odisea y su tripulación atracan en el río Océano, después de haber estado visitando a Circe, y Odisea invoca a los muertos en la playa. La sangre corre oscura dentro del agujero y las almas muertas empiezan a reunirse alrededor. Odiseo ve chicas jóvenes vestidas de novia, jóvenes guerreros con armaduras ensangrentadas y hombres viejos, sus gritos son aterradores, el miedo lo invade. El primero al que identifica es a Elpénor, que murió en el palacio de Circe y no fue enterrado. Cuenta su historia que se emborrachó, se cayó del tejado, se rompió el cuello y murió. El siguiente con quien habla Odiseo es Tiresias, el adivino que presagia el futuro, y luego está su propia madre, que bebe sangre y reconoce a su hijo y cuenta cómo murió. Odisea quiere abrazarla, se acerca tres veces a ella, tres veces ella huye de él, como un sueño o una sombra. Cuenta que los tendones ya no mantienen unidos la carne y los huesos, la pira funeraria ha convertido su cuerpo en cenizas, lo único que queda es el alma, que ondea por todas partes. La literatura invoca al mundo como Odisea invoca a los muertos, y sea cual sea la manera de hacerlo, la distancia es siempre insalvable y las historias son siempre las mismas. Un hijo pierde a su madre hace tres mil años, un hijo pierde a su madre hace cuarenta años. El que una historia sea ficción y la otra realidad no cambia el parecido fundamental, ambas surgen del lenguaje, y con esa perspectiva, todos los esfuerzos por parte de Handke de evitar lo literario son en vano, no hay nada en su descripción de la realidad que sea más real que la de Homero. Pero tampoco es eso lo que busca.

BENETIANA


Todo es comparable, Oscar Tusquets, p. 179
¡Qué digo hilo! En esas ocasiones me viene a la memoria una anécdota que refería Juan Benet. Benet, aparte de escritor, para algunos excelentísimo, había estudiado y ejercía la Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos. Esta formación y experiencia técnica daba a su conversación un aire muy insólito y refrescante en el mundillo literario. Benet recordaba, divertido, cómo en una ocasión un pintoresco catedrático de su época de estudiante comenzó a preguntar, alumno por alumno, sobre las clases diferentes en que se clasificaban los cables. Los interrogados, que no recordaban haber sido instruidos al respecto, improvisaban las más imaginativas especies -según el número de hilos que los formaban, según el material de los mismos, según el tipo de trenzado, según si éste era levógiro o dextrógiro ... -, hipótesis que merecían la taxativa descalificación y alguna broma despectiva por parte del cada vez más irritado cátedra. Después de haber pasado revista a la lista completa de alumnos y de haber demostrado que eran unos zoquetes, el eminente ingeniero, con aire resignado, accedía a explicar: Pero ¿cuántas veces se lo tendré que repetir?, los cables se dividen en ... alambres y cables propiamente dichos.

MEXICAS


La serpiente emplumada, DH Lawrence
Para ella aquellos criados eran la representación genuina de los indígenas. Los hombres siempre juntos, hermosos, erguidos, con sus grandes sombreros, con su impasibilidad de reptil. Las mujeres aparte, suaves, envueltas en sus rebozos. Los hombres y las mujeres siempre se volvían la espalda como si no quisieran enfrentarse. No coqueteaban, no flirteaban, únicamente se advertía de cuando en cuando una mirada rápida de deseo.
Las mujeres, por lo general, procuraban salirse siempre con la suya, dirigir y manejar a los hombres. Y éstos no prestaban gran atención al manejo. Y siempre eran las mujeres las que deseaban a los hombres. Las indígenas solían bañarse en un extremo de la playa, con el pelo suelto y una camisa o una faldilla. Los hombres no se fijaban en ellas. Ni siquiera dirigían la mirada a aquel rincón. No les importaban más que si hubiesen sido unos animalitos que jugueteasen en el agua. Dejaban para las mujeres una parte del lago en la que ellas disfrutaban de libertad y aislamiento.
Las mujeres de los peones iban de un lado para otro envueltas en los rebozos, balanceando las voluminosas faldas, charlando como pájaros. O se sentaban junto al lago con el pelo suelto. O bien paseaban lánguidamente con un cántaro en la cabeza y un brazo en alto sosteniendo el asa. Tenían que acarrear el agua desde el lago a las casas porque no la había canalizada en el pueblo. Los domingos por la tarde se solían sentar a la puerta de la casa y se dedicaban a  espulgarse unas a otras. Las bellezas más lucidas, las que tenían el cabello más negro y más rizado, eran precisamente las que se espulgaban con más cuidado. Parecía un verdadero rito.
Los hombres eran las figuras preeminentes, los que dominaban. Por lo general se reunían en grupos, en silencio o hablando pausadamente, siempre de pie o sentados lejos los unos de los otros. No era raro ver apoyado en una esquina un hombre solitario envuelto en su sarape y que se pasaba así horas y horas. También solía verse a algunos tumbados en la playa como si las aguas del lago los hubieran echado allí. Impasibles, inmóviles, sentábanse en los bancos de la plaza y no se dirigían la palabra.

MEXICO


La serpiente emplumada; DH Lawrence, p. 107
¡México! ... Gran país, abrupto, árido, salvaje. Con paisajes espléndidos donde, entre el destrozo y la ruina, se conservan las iglesias con sus ábsides que parecen enormes tumores prontos a reventar, con sus campanarios semejantes a pagodas de una raza legendaria. Ricas iglesias que vigilan por encima de las chozas y los refugios de paja de los indígenas, lo mismo que fantasmas que esperan ser aniquilados.
Y las nobles haciendas en ruinas, con las avenidas devastadas que conducen a su antiguo esplendor.
Y las ciudades mexicanas, grandes y pequeñas, que los españoles hicieron surgir de la nada; piedras que viven y mueren con el espíritu que animó a los que les dieron forma: el espíritu de los españoles desaparece de México y con él las piedras de los edificios. Los indígenas se deslizan como sombras hasta el centro de las plazas, y los edificios españoles continúan en pie en medio de una inenarrable desolación solitaria y seca.
¡La raza vencida!. .. Cortés llegó allí con su espuela de acero y con su voluntad férrea, en conquistador. Pero una raza conquistada, a menos que se le injerte un nuevo ideal, va chupando poco a poco la sangre de los conquistadores en el silencio de una noche misteriosa y con voluntad tenaz y desesperada. Ahora la raza de los conquistadores de México es blanda y sin médula, y sus hijos lloran con desesperanza imposible. ¿Será consecuencia de la sombría negación del continente?

INCIPIT 937. LA SERPIENTE EMPLUMADA / DH LAWRENCE


El principio de una corrida de toros
Era el domingo de Quasimodo y la última corrida de la temporada en México. Para ella se habían llevado de España cuatro toros especiales, pues los toros españoles son más bravos que los mexicanos. La altitud o el espíritu del continente occidental deben de ser la causa de esta falta de fiereza de los animales del país, como decía Owen.
Aunque Owen, socialista entusiasta, fuese enemigo de las corridas de toros, dijo convencido:
-No hemos visto ninguna. Tenemos que ir.
-Sí, sí, tenemos que ir -asintió Kate.
-Es la última oportunidad para nosotros –añadió Owen.
Y se dirigió presuroso al sitio donde se vendían los billetes, seguido de Kate. Al llegar a la calle, el corazón de ella comenzó a sentir como si algo dentro de él se resistiese. Ni ella ni Owen hablaban mucho español. En derredor de la taquilla reinaba una agitación especial y un individuo mal encarado se adelantó hacia ellos para hablarles en inglés americano.
No cabía duda de que debían tomar billetes de sombra. Pero querían economizar y Owen dijo que prefería estar entre la multitud. Por lo tanto y a pesar de la resistencia del taquillero y de los concurrentes, tomaron localidades reservadas de sol.

MEXICANAS


La serpiente emplumada, DH Lawrence, p. 105
Las mujeres eran también lo mismo. Con sus largas faldas y los pies descalzos, el gran chal oscuro que se llama rebozo a la cabeza y ajustado a los hombros, hacían el efecto de ser la imagen de la sumisión salvaje y de encarnar esa feminidad primitiva del mundo tan conmovedora y tan lejos de nosotros. Muchas de ellas arrodilladas y arrebujadas en los rebozos azules, se agrupaban en una iglesia sombría, poniendo la nota clara de sus faldas en el suelo y orando con devoción temerosa y extática. El espectáculo de una de estas iglesias llenas de mujeres humilladas implorando alguna gracia, acurrucadas como seres no creados, le causaba a Kate repugnancia y al mismo tiempo cierta ternura.
Tenían el pelo negro y mal peinado, casi siempre lleno de liendres; solían llevar a los chiquillos colgados como una calabaza en el chal terciado en los hombros, los pies y piernas siempre sucios, y se movían con ondulación de reptil bajo las largas faldas de algodón, también sucias. Y los ojos oscuros de los seres a medio crear, dulces, suplicantes pero con una vislumbre de insolencia. Y una especie de temor de no ser capaces de llegar a la completa creación, unido a la recelosas, estos grandes y más temerarios. Pero los ojos de todos, sin pupila, semejaban el abismo donde se conservaba todo el mal y toda la insolencia.
Y a veces se preguntaba si América no sería el gran continente de la muerte, la gran negación frente a la afirmación de Europa, de Asia y hasta de África. ¿Sería efectivamente el gran crisol donde se fundían los hombres de los continentes creadores, no para una nueva creación sino para mezclarse en la homogeneidad de la muerte? ¿Sería esta la razón de ser de América? ¿Era el continente de la muerte; el destinado a destruir todo lo que crearon los demás continentes; aquel  cuyo espíritu luchaba pura y simplemente por alejarse de Dios?

MEXICANOS


La serpiente emplumada, DH Lawrence, p. 104
Los hombres del norte, derechos, salvajes, morenos; los casi siempre degenerados del valle de México con la cabeza metida por el centro del poncho; los grandes y fuertes de Tlascala vendiendo helados, bollos y panecillos; los indios vivos como arañas, en Oaxaca, los indígenas de la región de Veracruz con su tipo chino; los rostros oscuros y los grandes ojos negros de los naturales de Sinaloa; los tipos espléndidos de Jalisco con su manta roja echada sobre el hombro ...
Todos ellos de tribus diferentes y de distinta lengua y tan extranjeros unos para otros como lo son entre sí los franceses, los ingleses y los alemanes. ¡México!. .. No es en realidad el embrión de una nación: de aquí el afán rabioso de nacionalismo de unos cuantos. No es una raza.
Y sin embargo es un pueblo. Posee cierta cualidad india común a todos. Lo mismo los individuos de blusa azul y gran sombrero, de México, que los de hermosas piernas y pantalones ceñidos, o los labradores de calzones blancos ... todos tienen algo misterioso que les es común: el modo de andar cadencioso; el porte, las piernas separadas de la cadera con la rodilla en alto, el paso menudo. El balanceo airoso del sombrero, los hombros anchos con el sarape plegado como un manto real. Y la mayoría hermosos, con la piel curtida suave y llena de vida, la cabeza bien colocada, la cabellera negra que brilla como un rico plumaje, los grandes ojos chispeantes que se fijan con expresión intrigada sin que se vea su pupila; su sonrisa brusca, encantadora, siempre que se les haya sonreído antes, pero que no les hace cambiar de actitud.
También debía recordar la gran cantidad de individuos pequeños, con aspecto insignificante muchas veces, algunos con costras de suciedad, que miraban con hostilidad seca y fría y que andaban con pasos silenciosos, como sí fueran gatos. Individuos venenosos, flacos, fríos, parecidos a escorpiones y tan peligrosos como ellos.
Y las caras verdaderamente terribles de algunos tipos de la ciudad, tumefactas a consecuencia del veneno del tequila y con los ojos un poco vidriosos y como sí mirasen a través de un velo de maldad. En ninguna parte había encontrado rostros en los que se pintase el mal con tanta claridad como los que se veían en México.

A la muerte de un anciano

Denkbilder, Walter Benjamin,p. 146

Tal vez la pérdida lleve a alguien mucho más joven a dirigir su mirada por primera vez a aquello que puede haber entre las personas a las que separa una diferencia de edad muy grande pero une el afecto. El muerto era un compañero con el cual seguramente no podían tratarse la mayor parte de los temas ni los que a uno más le importaban. En cambio, la charla con él estaba teñida de una frescura y de una paz que no se logra nunca con un coetáneo. Y esto tenía dos causas. Por un lado, cualquier acuerdo, aun el más insignificante, que lograban por encima del abismo generacional era mucho más concluyente que el que se da entre iguales. Por el otro, el más joven encontraba aquello que después, cuando lo abandonan los ancianos, desaparece totalmente hasta que él mismo se vuelve viejo: una conversación a la que le son ajenos todo cálculo y toda consideración externa porque ninguno espera nada del otro, ninguno se encuentra con otro sentimiento que con el poco frecuente del afecto sin ningún añadido.

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