Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

CHISMES



De Gente del libro, de Hipólito Escolar, p. 167
Contraste con el comportamiento de Cela era el del orgulloso Rafael Sánchez Ferlosio, hijo de Rafael Sánchez Mazas, que triunfó con una original novela, El Jarama, y formó con una  escritora salmantina, Carmen Martin Gaite, un matrimonio desdichado hasta el absurdo por la incompatibilidad de sus caracteres y triunfos literarios, los dos consiguieron el Nadal, y el de su mujer a Rafael parece que le sentó como cuerno quemado. Tuvieron, además, la desgracia de que se les muriera o dejaran morir sin darse cuenta a un hijo pequeño estando de visita en casa de unos amigos.

INCIPIT 333. EN JAQUE / BERTA MARSE

Tengo treinta y un años, soy ilustrador de cuentos infantiles, y resulta que hace quince días recibí el encargo urgente de una empresa en apuros: el diseño de una mascota para la nueva campaña de civismo del Ayuntamiento. La urgencia se debe a que la campaña anterior,  lanzada apenas unos meses atrás, estaba protagonizada por una respetable actriz de seriales, muy conocida entre los niños por su papel de abuelita, que recientemente ha sido detenida por robar en un centro comercial. Suplir una campaña por otra puede parecer una medida de  precaución algo desproporcionada, pero la realidad es desproporcionadamente peor que todo eso, puesto que en el momento del robo la señora estaba bebida y llevaba una navaja  escondida en las bragas.

La nueva mascota debe ser más manipulable, pues será la protagonista de una suerte de aventuras donde, entre otras cosas, se ofrecerá a los niños una guía útil y positiva, supuestamente, respecto a las normas cívicas más elementales de nuestro comportamiento social. Además de discutible no es demasiado original, en fin, pero eso no es problema mío. 

TRANSUBSTANCIACION

Retrato del artista adolescente
Cuando sentado en su pupitre contemplaba fijamente la cara astuta y enérgica del rector, la mente de Stephen se deslizaba sinuosamente a través de aquellas peregrinas dificultades que le eran propuestas. Si un hombre hubiera rabada una libra esterlina en su juventud y con aquella libra hubiera amasado luego una enorme fortuna, ¿qué era lo que estaba obligado a devolver, sólo la libra que había robado, o la libra con todos los intereses acumulados, o el total de su inmensa fortuna? Si un seglar al administrar el bautismo, vierte el agua antes de pronunciar las palabras rituales, ¿queda el niño bautizado? ¿Es válido el bautismo con agua mineral?¿Cómo puede ser que mientras la primera bienaventuranza promete el reino de los cielos a los pobres de corazón, la segunda promete a los mansos la posesión de la tierra? ¿Por qué fue el sacramento de la eucaristía instituido bajo las especies de pan y vino, siendo así que Jesucristo está presente en cuerpo y sangre, alma y divinidad en el pan solo y en el vino solo? ¿Contiene una pequeña partícula del pan consagrado todo el cuerpo y la sangre de Jesucristo, o sólo una parte de ellos? Si el vino se agria y la hostia se corrompe y se desmenuza, ¿continúa Jesucristo estando presente bajo las especies cama Dios y como hombre?

LA "REALIDAD"

De El váter de Onetti, de Juan Tallón
El hombre no descansa mientras algo irrisorio y ridículo bulle a su alrededor.

En este sentido, existe una anécdota reveladora de Visconti, cuando durante la grabación de una de sus películas decidió descartar una escena ya filmada porque, en la biblioteca que aparecía al fondo de la estancia donde se rodaba, había un libro que no se correspondía con la época. Era imposible que el espectador reparase en él, pero aquella presencia extemporánea en la escena retorcía el ánimo de! cineasta. Peor que el caso de Visconti, sin embargo, era el de Ludwig Wittgenstein. Vivía con su hermano en la mansión familiar de Viena, cuando Paul interrumpió un día sus ejercicios de piano para golpear la pared que daba a la habitación vecina, donde Ludwig escribía en silencio. «¡Cómo pretendes que toque el piano con tu escepticismo metiéndose por debajo de la puerta!», le gritó. Ludwig no contestó, demasiado concentrado en su Tractatus.

MI PRIMERA COMUNION

Del Retrato del artista adolescente
Quizás habían robado una custodia para escaparse con ella y venderla en cualquier parte. Debía de haber sido un terrible pecado el ir de noche, pasito, a abrir el negro armario y robar aquella cosa de oro, resplandeciente, en la cual Dios era expuesto sobre el altar en la  bendición entre cirios y flores, cuando el incienso se levantaba en nubes a ambos lados del chico que balanceaba el incensario y mientras Domingo Kelly entonaba en el coro la primera   parte del Tantum Ergo. Por supuesto, Dios no estaba allí cuando la habían robado. Sin   embargo, era un pecado enorme aun tocarla sólo. Pensó en ello con profundo terror. Un pecado terrible y extraño: le estremecía pensarlo, en el silencio sólo levemente arañado por el rasgueo de las plumas. Y beberse el vino de misa, sacándolo del armario, y ser delatado por el olor, era también pecado. Pero no era terrible y extraño. Le hacía a uno sólo sentirse   ligeramente mareado por el olor del vino. El día de su primera comunión en la capilla Stephen había cerrado los ojos y abierto la boca y sacado la lengua un poquito, y cuando el rector se inclinó para darle la santa comunión había sentido un ligero olor a vino en el aliento del rector, al vino de la misa, sin duda. ¡Qué magnífica palabra: vino. Le hacía a uno pensar en el color   púrpura obscuro, porque las uvas tenían ese color también y crecían allá en Grecia a la parte de fuera de unas casas como templos blancos. Pero el día de su primera comunión el aliento del rector le había hecho sentirse mareado. El dia de la primera comunión era el dia más feliz  de la vida. Y una vez un grupo de generales le había preguntado a Napoleón cuál había sido el  dia más feliz de su vida. Todos pensaban que diría que el día que había ganado alguna gran batalla o el día que le hablan hecho emperador. Pero él dijo:

-Señores, el dia más feliz de mi vida fue el dia en que hice mi primera comunión.

INCIPIT 332. EL VATER DE ONETTI / JUAN TALLON

Toda mudanza lleva consigo una desgracia desesperada por salir. Nadie piensa nunca que desencadenará una reacción inesperada que acarreará su ruina. Por eso, a lo largo de nuestra existencia nos mudamos, poco conscientes del peligro que corremos, buscando la mejor etapa de nuestra vida. No importa que el cambio de domicilio evolucione favorablemente. La desgracia va dentro. De nada sirve que, en apariencia, todo vaya bien. El cambio, desde los   días del Génesis, le llega al individuo siempre en lo mejor, cuando menos preparado se encuentra. El momento álgido se verifica como el instante previo a la ruina. Siempre pasa lo que sucede.

La vida me había empujado a una docena de mudanzas, y en mayor o menor medida había participado en otras tantas emprendidas por familiares y amigos, y siempre advertía: «Cuidado. La mudanza es peligrosa». Conviene renunciar a las expectativas depositadas en las grandes oportunidades que se abren con el cambio de domicilio. Cierto es que no había  conocido mudanzas de las que se hubiesen seguido grandes calamidades. Pero eso no tenía nada que ver. De hecho, que no ocurriese nada era incluso peor, ya que eso aún aumentaba más las probabilidades de que en la siguiente ocasión todo se hundiese.

INCIPIT 331. UNA TEMPORADA CON LACAN / PIERRE REY

1
No lejos de Los Ángeles hay una playa de arena gris en la que van a estrellarse las olas del   Pacífico. El lugar se llama Venice. Paralelamente al mar se extiende una avenida que bordean minúsculas casetas de tablas policromadas que a menudo adornan ingenuos frescos de colores chillones, en los que se venden salchichas calientes, bocadillos de carne y comidas  vegetarianas. Entre el mar y la avenida hay una franja de hormigón sobre la arena, y allí se han dispuesto gimnasios al aire libre. Ante la mirada de los transeúntes los habituales juegan al paddle-tennis, practican con la barra fija, golpean sacos de boxeo o se deslizan sobre la dura superficie del hormigón con patines de ruedas.
Venice no es más que este paralelo de arena y de espuma que contiene hormigón erizado de palmeras. El suelo está sembrado de papeles grasientos, de vasos de cartón vacíos y de   montones de arena que el viento ha empujado hasta allí desde el mar. En los estadios en miniatura se ejercitan atletas, con ceñidos y descoloridos pantalones de tela azul, desnudo el torso de músculos exageradamente desarrollados por la incesante práctica de las pesas, cuyas enormes bolas de hierro colado caen con un doble choque sordo, mientras pasa indiferente una ristra de patinadores en medio del chirrido apagado de los cojinetes de bolas, con el walkman fijo en el cinturón y los auriculares metidos en las orejas, ritmando su deslizante carrera, para ellos solos, con la música que los aísla.

Octubre tocaba a su fin. Yo andaba lentamente por la playa en medio de una bruma dorada de media tarde.

SOBRE EL ASCENSO SOCIAL


De El adversario, de Emmanuel Carrère, p.47


Forjó un sueño de ascenso social que su condición de buen alumno convertía en totalmente razonable, que muy bien podía realizarse si llegaba a ser médico, y experimentó, como cualquier persona sensible que sube por encima de la gente de su medio, la pesadumbre de traicionar a los suyos, aun colmando sus esperanzas más queridas. Sabía que sería una  decepción enorme para mi padre, dice, pero no parece que su padre estuviera decepcionado  en absoluto: un poco inquieto al principio y luego, muy pronto, ingenuamente orgulloso de los éxitos de su hijo. 

INCIPIT 330. LA EDUCACION SENTIMENTAL / GUSTAVE FLAUBERT

1
Hacia las seis de la mañana del 15 de septiembre de 1 B40, próximo a zarpar, el Ville de Montereau despedía grandes torbellinos de humo delante del muelle de Saint-Bernard.
La gente llegaba sin aliento; las barricas, los cables, los cestos de ropa blanca dificultaban la circulación; los marineros no contestaban a nadie; tropezaban unas con otras las personas; los bultos subían por entre los dos tambores, y el bullicio se absorbía en el ruido del vapor, que, escapándose por las tapaderas de hierro de las chimeneas, todo lo envolvía en una nube blanquecina mientras la campana sonaba avante sin cesar.
Por fin, el barco arrancó, y las dos orillas, pobladas de tiendas, de canteros y de ¡¡¡bricas, desfilaron como dos anchas cintas que se desenrollan.
Un joven de dieciocho años, de pelo largo, que llevaba un áIbum debajo del brazo, estaba inmóvil cerca del timón. A través de la bruma contemplaba campanarios y edificios, cuyo   nombre ignoraba;después abrazó en una última ojeada la isla de Saint Louis, la Cité, Notre-Dame, y muy pronto, al desaparecer París, lanzó un suspiro prolongado.

11

BENETIANA

De Gente del libro, de Hipólito Escolar, p. 170-171
En la entrada en la Academia de Castillo y Femández Santos se interpuso Juan Benet, íngeniero de caminos, alto y estirado, muy protegido en ciertos ambientes, con el que sólo en ocasiones   he cambiado unas palabras y de cuyas obras únicamente he podido leer las primeras páginas. Juan Ignacio Uriol, que había compartido con él banco en la Escuela de Ingenieros, me  preguntó por sus méritos literarios. Le dije que no era mal escritor y que, aunque no conectaría con el  público, iba a tener una cierta popularidad proporcionada por los amigos. Estos eran tan influyentes que una comisión de académicos visitó a Jesús Femández Santos pidiéndole que   retirara su candidatura a favor de Benet y garantizándole  que entraría en la siguiente  convocatoria. La justificación era peregrina. Benet tenía fama de invertido y algunos  académicos sentían escrúpulos en votarle porque, se decía, estaban entrando muchos   invertidos en la Academia. Jesús no renunció, Castillo no retiró su candidatura y no salió nínguno de los tres.

CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO

De Stephen el Héroe, de James Joyce, p. 146

Esos vagabundeos le llenaban de una profunda cólera y cada vez que encontraba un grueso cura de negra sotana dando un paseo de placentera inspección por aquellas madrigueras  llenas de creyentes reptantes y en enjambres, maldecía la farsa del catolicismo de Irlanda: una isla cuyos habitantes confían a otros sus voluntades y sus mentes para poder asegurarse una  vida de parálisis espiritual; una isla en que todo el poder y las riquezas están al cuidado de aquellos cuyo reino no es de este mundo; una isla en que César confiesa a Cristo y Cristo  confiesa a César al mismo tiempo, para engordar juntos a costa de una famélica plebe a la que se pide irónicamente que tome este consuelo en el sufrimiento: «El Reino de Dios está dentro de vosotros .

NABOKOVIANA




De Limonóv de Emmanuel Carrère, p.21

En el avión he releído uno de sus mejores libros, Diario de un fracasado, cuyo tenor anuncia la contracubierta: «Si Charles Manson o Lee Harvey Oswald hubieran escrito un diario, se habría parecido a esto.» Copié algunos pasajes en mi libreta. Éste, por ejemplo: Sueño con una  insurrección violenta. Nunca seré Nabokov, no correré nunca detrás de las mariposas por las praderas suizas, con piernas angl6fonas y velludas. Que me den un millón y compraré armas y provocaré una sublevación en cualquier país.»

DINERO

De Hotel Savoy, de Joseph Roth

-Nada es bastante. Mucho son mil millones-dice Glanz, soñador-. Hoy en día el mundo no  existe. ¿Sabemos acaso lo que va a pasar mañana? Mañana vendrá la revolución. Pasado mañana llegarán los bolcheviques. Las viejas leyendas se han vuelto realidad. Hoy mete usted cien mil en un cajón y mañana va usted a sacarlos y sólo son cincuenta mil. Hoy en día suceden   estos milagros. ¡Y aún gracias que el dinero siga siendo dinero!

NABOKOVIANA

De Más afuera de Jonathan Franzen, p. 137-138
La tercera pregunta es: He leído una entrevista a un autor que dice que, mientras escribe una novela, llegado un punto los personajes «asumen el control» y le indican qué hacer. ¿A usted también le ocurre?
Ésta siempre me sube la tensión. Nadie la contestó mejor que Nabokov en su entrevista en Paris Review, donde señaló a E.M. Forster como origen del mito sobre la «toma de control" por parte de los personajes. Afirmó que, a diferencia de Forster, que dejaba que sus  personajes se fueran  por su cuenta en su Pasaje a la India, él hacía trabajar a los  suyos como «galeotes». Obviamente, la pregunta también le subía la tensión a Nabokov.

Cuando un escritor hace una afirmación como la de Forster, lo mejor es pensar que se ha  equivocado. Más a menudo, por desgracia, percibo un tuflllo de autoengrandecimiento, como si el autor intentara distanciar su obra de la elaboración mecanicista de la trama, propia de las   novelas de género. Querría hacernos creer que, a diferencia de lo que ocurre con esos  escritorzuelos que pueden decirnos por adelantado cómo acabarán sus libros, su propia  imaginación es tan poderosa y sus personajes tan reales y vívidos que no posee control sobre ellos. También aquí es mejor pensar que no es verdad, porque la idea misma presupone una   pérdida de voluntad autoral, una abdicación de la intención. La principal responsabilidad del novelista es crear sentido, y si de algún modo pudiera delegar esa función en sus personajes por fuerza él mismo estaría eludiéndola.

INCIPIT 329. TU Y YO / NICOLO AMMANITI


La noche del dieciocho de febrero de dos mil me acosté temprano y me dormí enseguida, pero a media noche me desperté y ya no pude conciliar el sueño.
A las seis y diez, tapado hasta la barbilla con el edredón, respiraba por la boca.
La casa estaba en silencio. No había más ruidos que el de la lluvia batiendo contra la ventana,  el que hacía mi madre en el piso de arriba yendo y viniendo del dormitorio al cuarto de baño, y el del aire que entraba y salía por mi tráquea.
No tardaría mi madre en venir a despertarme para llevarme con los otros.
Encendí la lámpara con forma de grillo que tenía en la mesita. La luz verde pintó un rincón de  cuarto en el que se veía la mochila llena de ropa, el chaquetón y un bolso con las botas y los esquís.

Entre los trece y los catorce años di un estirón tremendo, como si me hubieran dado abono, y superé en altura a todos los de mi edad. 

SABIDURIA



De Matadero 5 de Kurt Voonegut jr.
CONCEDEME, SEÑOR,  LA SERENIDAD 
PARA ACEPTAR LAS COSAS QUE NO PUEDO CAMBIAR
VALOR PARA CAMBIAR LAS QUE PUEDO,
Y SABIDURIA PARA DISTINGUIR LAS UNAS DE LAS OTRAS

INCIPIT 328. FLORES EN LAS GRIETAS: AUTOBIOGRAFIA Y LITERATURA / RICHARD FORD

QUÉ ESCRlBIMOS, POR QUÉ LO ESCRlBIMOS y A QUIÉN LE IMPORTA


Probablemente, pronunciar conferencias no sea una ocupación demasiado apropiada para un novelista. Philip Larkin decía que un escritor que se planra ante un público es «un yo que hace como que soy yo». Pero es una oportunidad que no dejamos escapar porque es mucho más fácil que escribir relatos. En las conferencias se acepta, y a veces incluso se aprecia, la labia que normalmente no se admite en la escritura. En el atril, uno se «ayuda» con la voz y la presencia física, mientras que en los relatos es necesario partir cada vez de cero. En una charla como ésta, es posible reunir las opiniones más dispares, los prejuicios y los deseos de venganza que rondan inútilmente por la cabeza y presentarlo todo como un «discurso rico, documentado y sin concesiones que pone de relieve la valía de la edad y la experiencia del señor Ford». Y finalmente, por supuesto, en una conferencia se cuenta con una expectativa que la escritura no ofrece; la de que si el contenido no es bueno, o es inexistente, será rápidamente olvidado y no nos dejará huellas molestas cuando salgamos volando hacia el cóctel.

A.M.G.D.

Mientras paseaba por una de las naves laterales vi un confesonario libre y, sin pensarlo dos veces, me arrodillé y me confesé.

-Y el cura, ¿qué te dijo?
-Que rezara dos padrenuestros y tres avemarías.
Carles empieza a comprender.
-Y claro -dice-, tú los rezaste ...
-Uno detrás de otro.
- ... y entonces sentiste una maravillosa sensación de bienestar.
-Exacto.
-Hasta casi dirías que te entró un poco de sueño.
Luis arruga el entrecejo mientras repasa sus recuerdos.
-Pues ahora que lo dices, sí..., ¿cómo lo sabes?
-Endorfinas -exclama Carles-. Tus glándulas liberaron una buena dosis de endorfinas. Por eso te sentiste tan bien.
-¿Y qué cojones son las endorfinas?
-Drogas naturales del cuerpo.
-No me hables de drogas -dice Luis tapándose los oídos-, te lo ruego.
-Son inofensivas -matiza su vecino-, más aún, son necesarias. El organismo las produce cuando reímos, amamos, hacemos ejercicio o, como en tu caso, cuando recuperamos un recuerdo de la infancia, una sensación de lo que está bien hecho, de lo que te enseñaron que estaba bien. ¿Me explico?
Luis se destapa los oídos y asiente.
-Supongo que sí -admite-. Durante mis años escolares me confesaba todas las semanas. Era obligatorio. A casi todos mis compañeros les fastidiaba arrodillarse en el confesonario y contarle a un cura sus pajas mentales ...
-Mentales y corporales, diría yo.
- ... pero a mí me gustaba.
-¿Las mentales o las corporales?
-Me gustaba confesarme, Carles, puedes creerme. Me sentía limpio, puro, como quien hace lo que está escrito que debe hacer.

INCIPIT 327. MAGMA / LARS IYER

Que soy una influencia fatal para W., eso es lo que dicen todos ¿Por qué pasa el tiempo conmigo? ¿Qué es lo que le encuentra a estar conmigo? La flor y nata niega con la cabeza. A veces W. vuelve a la mesa de honor y ofrece una explicación.


Que soy algo que ha de explicarse, dice W. Que tiene que dar cuenta de mí a todo el mundo. ¿Por qué? Que yo no siento la necesidad de hablar de mí mismo, dice W., esa es la razón. Que no tengo un verdadero sentido de la vergüenza. Debe de ser algo relacionado con mi hinduismo, reflexiona W. "Eres un individuo de la antigüedad, aunque de los inocentes, inmune a la vergüenza», dice W. Por otro lado, podría deberse simplemente a mi estupidez. Yo soy más libre que él, reconoce W., pero más estúpido. Se trata de un tipo inocente de estupidez, pero estupidez a pesar de todo.

Ese ha sido mi gran papel en su vida, dice W., ayudarle a escapar de la mesa de honor. Ahora se encuentra entre las mesas inferiores, dice, en el nivel de los chimpancés. W. se acuerda de cuando yo era alguien prometedor, me dice. Recuerda las preguntas que solía hacer, y cómo resonaban éstas bajo los techos abovedados. "Parecías tan inteligente entonces», dice. Yo me encojo de hombros. "Pero cuando cualquiera de nosotros leía tu trabajo ... », dice, sin terminar la frase.

INCIPIT 326. LA CONFESION DE GUEST / HENRY JAMES

1


-Llego a las ocho y media. Enfermo. Ven a buscarme.

La brevedad telegráfica de la misiva de mi hermanastro dio a mis pensamientos ese giro melancólico, resultado habitual de sus mensajes. Debería haber llegado el viernes; ¿qué era lo que le había hecho ponerse en marcha el miércoles? Nuestra relación era una perpetua fuente de irritación; éramos completamente distintos en temperamento, gustos y opiniones, pero al tener una serie de intereses comunes nos veíamos obligados, en cierta forma, a transigir con nuestras respectivas idiosincrasias. En realidad, era yo quien hacía todas las concesiones. No podía obviar que en conjunto mi hermanastro era muy superior a mí en todo lo que hace a un hombre alguien de provecho y me era más fácil permitir que él se saliera con la suya que defender mi dignidad.

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